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Dirigentes del PP quieren desmarcarse de los obispos para no dañar sus expectativas

"Necesitamos ampliar espacios. No podemos ser un partido confesional", señala un diputado

Carlos E. Cué

El debate previo al congreso del PP, previsto desde el 1 al 3 de octubre, gira en torno a la necesidad de ampliar el espacio de este partido para disputarle al PSOE el voto de centro y desactivar la antipatía despertada entre algunos sectores, especialmente el juvenil. Para lograrlo, grupos clave del partido, liderados por liberales como Eduardo Zaplana o Josep Piqué, apuestan por otra imagen. Eso implica dejar de estar identificados con las posiciones de la jerarquía eclesiástica en cuestiones sociales. "No podemos ser un partido confesional dominado por los democristianos", señala un diputado.

Zaplana, Piqué y Gallardón apuestan por recuperar la imagen centrista de 1996

La primera parte de la legislatura que comenzará en septiembre estará dominada por las propuestas de derechos civiles de los socialistas: matrimonio de homosexuales, violencia de género, investigación con células madre, enseñanza de la religión, eutanasia y, en 2006, ampliación de los supuestos del aborto.

El PP tiene que definirse sobre todos esos asuntos. Y eso, en pleno periodo precongresual, y en un partido con una notable representación de democristianos en su cúpula, genera tensiones. La primera batalla, la votación en el Congreso que abre el camino para legalizar los matrimonios entre personas del mismo sexo, la ganó el sector aperturista. El PP apoyó en junio un propuesta de "uniones estables de pareja", también entre homosexuales, aunque cerró la puerta a la posibilidad de adopciones. Hasta entonces, este grupo, que ahora lidera en el Congreso Eduardo Zaplana, se había opuesto a estas reformas.

Este cambio de criterio obedece a la constatación de un hecho evidente: el PP ha perdido tres elecciones (municipales, generales y europeas) y ha generado una "evidente antipatía" en algunos sectores, especialmente juveniles o adultos enmarcados en el centro político. Ese fenómeno se debió, según estos dirigentes, a su posición en la guerra de Irak, pero también a su "identificación absoluta con las posiciones de la Iglesia" en todo lo que no tenía que ver con el conflicto. Tanto es así, que cuando el Gobierno, en noviembre de 2002, elevó el rango de la asignatura alternativa de la Religión, la Conferencia Episcopal comentó satisfecha que el Ejecutivo había "recogido" sus "peticiones".

Otro cambio claro de línea se vivió el pasado 6 de julio, cuando los siete consejeros de Sanidad de comunidades gobernadas por el PP, con la ex ministra de Sanidad, Ana Pastor, al frente, organizaron un acto en Valencia para respaldar la investigación con células madre embrionarias. La declaración leída ese día dejaba atrás años de resistencia del PP, cuando estaba en el Gobierno, a este tipo de ensayos. Años en los que el científico español Bernat Soria se hartó y se marchó al Reino Unido.

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En esta línea aperturista para recuperar esos sectores juveniles y de centro, según fuentes de la dirección, están otros cuadros como Alberto Ruiz-Gallardón que, al igual que Zaplana cuando era presidente de la Comunidad Valenciana, promovió en Madrid una ley de parejas de hecho que ahora critica el sector de la actual presidenta, Esperanza Aguirre.

A estos dirigentes, entre los que está el catalán Josep Piqué, les preocupa la imagen excesivamente derechista que ha podido dar el partido en los últimos meses, sobre todo de cara a los sectores más jóvenes, que antes apostaban más claramente por el PP.

"Necesitamos ampliar nuestro espacio. Hay que recuperar la posición centrada que nos llevó al poder en 1996 y nos consagró en 2000. A mí me preocupa mucho que nos convirtamos en un partido confesional. Este partido, sus bases y sus votantes, son de vocación centrista. El problema es que la mayoría de los cuadros terminan siempre en manos de democristianos", explica un dirigente. Esa recuperación del espíritu centrado de 1996 es algo que esta semana han expresado en público tanto Piqué como Gallardón.

En el trasfondo de este debate ideológico está la lucha de poder dentro del PP entre el sector que ha dominado el partido en los últimos años, cuyos máximos representantes son Ángel Acebes y José María Michavila -con una vinculación mayor con las posiciones de la jerarquía eclesiástica- y otro grupo de dirigentes, con una imagen distinta entre la sociedad, como Gallardón y Piqué, hasta ahora más alejados de la cúpula, o el propio Zaplana, muy vinculado a la etapa anterior. En medio de todos está Mariano Rajoy. Todas las fuentes consultadas auguran que, por talante personal y por necesidad, Rajoy optará por la vía del medio: una síntesis entre ambos sectores.

Por eso nadie se atreve a cuestionar abiertamente a Ángel Acebes, a pesar de que su imagen como principal responsable de la gestión de la crisis del 11-M no sea vista con agrado por algunos. En una entrevista publicada el sábado, Piqué se limitó a señalar: "El partido debe dar una imagen de puertas hacia afuera que no necesariamente vaya canalizada siempre por las mismas personas", una referencia tan clara a Acebes que, justo después, sostuvo que "Ruiz-Gallardón podría hacer muy bien de portavoz" de esta formación.

El debate ideológico y el del reparto del poder se entremezclan también con una cuestión de carácter más interno: la relación que el partido mantiene, al menos en sus declaraciones públicas, con la llamada "herencia del aznarismo", esto es, la reivindicación de la larga etapa de José María Aznar.

Algunos dirigentes sostienen que, "en realidad, todo el partido, incluido el propio Acebes, asume que hay que dejar atrás cuanto antes el pasado para hacer propuestas de futuro". Otros creen que el ex ministro del Interior "está demasiado vinculado a la polémica del 11-M como para dejar de defenderse". "Todos tenemos una pena muy grande y la sensación de que perdimos de forma injusta. Es inevitable que eso lo diga alguien de vez en cuando, pero lo que nadie entendería es que estemos siempre hablando de eso. Cada uno tiene ya su opinión sobre lo que pasó. Hay que mirar adelante", sentencia otro dirigente.

De izquierda a derecha, Ángel Acebes, Mariano Rajoy y Eduardo Zaplana, el pasado abril.
De izquierda a derecha, Ángel Acebes, Mariano Rajoy y Eduardo Zaplana, el pasado abril.MANUEL ESCALERA

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