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Reportaje:

Dibujos animados para Wall Street

Los estudios cinematográficos DreamWorks preparan su salida a Bolsa el próximo otoño

Michael Eisner, el mandamás de Walt Disney Co., debe estar pensando estos días que cometió un gran error cuando despidió a Jeffrey Katzenberg. Eran los tiempos del estreno del El Rey León y el presidente de Disney, Frank Wells, acababa de morir. El puesto número dos en el Reino Mágico estaba en juego. Han pasado diez años desde entonces y ahora Katzenberg, cofundador de DreamWorks, está llamado a ser su gran rival en la industria.

DreamWorks es la creadora del ogro verde Shrek, que se ha convertido en una verdadera bestia a la hora de hacer taquilla en los cines
Los resultados financieros de la compañía son mediocres: los estudios registraron unas pérdidas netas de 189 millones de dólares en 2003
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Ahora, Jeffrey Katzenberg, junto a sus dos socios, Steven Spielberg y David Geffen, ha decidido sacar a Bolsa la división de animación digital de los estudios independientes. Y DreamWorks es la creadora del ogro verde Shrek, una criatura humilde pero que se ha convertido en una verdadera bestia de hacer caja en las taquillas de los cines, al batir con su segunda parte el récord de caja en las salas estadounidenses.

Jeffrey, que aspiraba a la presidencia de Disney, se pondrá al frente de la compañía que él mismo fundó en octubre de 1994, ocupando el puesto de director general. Está considerado como "uno de los mejores" en la industria.

La batalla entre Eisner y Katzenberg está servida, como hace diez años, pero ahora desde bandos diferentes. ¿Y quién de los dos ganará? Jeffrey parece más motivado y, además, tiene la oportunidad de demostrar a Michael el error que cometió al forzar su despido, que desembocó en 1996 en uno de los enfrentamientos legales más grandes que se han visto en Hollywood. Katzanberg zanjó el litigio con 250 millones de dólares en el bolsillo.

A esto se le suma la delicada situación por la que atraviesa Eisner desde hace meses en el Reino Mágico y la reciente ruptura con los estudios de animación Pixtar, creador de Toy Story o Buscando a Nemo. Pero más allá de los roces con el jefe ejecutivo de Disney, su verdadero rival en el mundo de Hollywood será Steven Jobs, el máximo responsable de la productora Pixtar y jefe ejecutivo de la compañía Apple. DreamWorks, al margen de la película de animación Shrek, no está teniendo mucho éxito en los cines y la sequía taquillera le venía desde la puesta en cartelera del filme de acción Gladiator (2000) y del drama American Beauty (1999). Todo lo contrario que Pixar, que ha registrado cinco éxitos consecutivos.

A esto se le añade que los resultados financieros de la compañía son mediocres, por no decir malos. DreamWorks registró en 2003 unas pérdidas netas de 189 millones de dólares, a los que hay que sumar otros 26 millones más durante el primer trimestre. Pero Katzanberg está considero en la industria como un hombre con "buen juicio", un "maestro" de la comunicación, y destaca por su facilidad para entablar relaciones personales. Además, en su currículo están los filmes de animación La Bella y la Bestia, Aladino y El Rey León, que ayudaron a resucitar la división de animación de la compañía Disney. Por no hablar de Pretty Woman.

Los que conocen a Katzanberg aseguran que "es demasiado listo para cometer un error tan grande" sacando la compañía californiana a Bolsa. La operación financiera está prevista para el próximo otoño, después de diez años de existencia, y coincidirá con su próximo estreno La cola del tiburón. La operación se ejecutará con el respaldo de dos de los más grandes bancos de inversión de Wall Street, JP Morgan y Goldman Sachs. La idea de DreamWorks es recaudar hasta 650 millones de dólares. La compañía no especifica el precio de salida ni el número de acciones que se pondrán a la venta.

La productora ansía convertirse en una de las nuevas niñas mimadas de Wall Street y pone por delante el éxito de su gigante verde Shrek para convencer a los inversores. La operación está diseñada para poder pagar a Paul Allen, el creador de Microsoft, y otros inversores el dinero que le deben por financiar la creación del estudio. Pero el cine es un sector considerado en Wall Street de alto riesgo. Valga el ejemplo de Imagine Entertainment, que salió a Bolsa en 1986 y tuvo que abandonar el mercado siete años después porque no fue capaz de convencer a los inversores con su trabajo.

DreamWorks mira más a Pixar para justificar la operación y a los 3.700 millones de dólares de valor bursátil. Pero incluso Pixar sufre por los vacíos en taquilla mientras vive de las ventas en DVD. DreamWorks quiere evitar esta situación duplicando su producción y poniendo en cartelera dos animaciones digitales al año. Los analistas no lo ven muy claro porque para hacer frente a ese reto hace falta mucho talento y temen que se sacrifique la calidad de las producciones.

El riesgo, como en el caso de Imagine, es que las próximas películas decepcionen a los inversores, con resultados pobres como el del pasado verano con Simbad, leyenda de los siete mares. Pero DreamWorks juega con una baza sobre Pixar y es que los estudios son propietarios del 100% de las películas que producen. En el caso de Pixar, el 50% estaba en manos de Disney. Esto, según los analistas, le da a DreamWorks mucho potencial en Wall Street para convertirse en una de sus darlings.

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