Multimillonarios a los 30
Los fundadores de Google, Larry Page y Sergey Brin, coronan con la salida a Bolsa una aventura que empezó hace seis años con dinero prestado de amigos y familiares
Larry Page, de 31 años, y Sergey Brin, de 30, se despertaron ayer siendo dos de los jóvenes más ricos del mundo. En España y en este Viejo Mundo eso sería motivo suficiente para pedir que les llevaran el desayuno a la cama el resto de sus vidas. En el caso de Page y Brin fue un viernes de trabajo más, día en el que ritualmente se reúnen con los empleados alrededor de una mesa de pimpón para hablar de lo que ocurrió la semana pasada y lo que ocurrirá en la próxima.
Así sucede desde que, en 1998, dos estudiantes de la Universidad de Stanford (California) crearon un motor de búsqueda para rastrear automáticamente direcciones de Internet. Se llamaban Larry Page y Sergey Brin. Seis años después, con la salida a Bolsa de Google, el jueves pasado, son multimillonarios. Cada uno tiene una participación del 16%, que vale en el mercado 3.800 millones de dólares (3.000 millones de euros).
Las participaciones de Page y Brin valen en el mercado 3.000 millones cada una
El buscador de Internet tendrá que seguir haciendo frente a Yahoo y a Microsoft
Ambos llegaron a la Universidad de Palo Alto (Silicon Valley) para su posgrado de ingeniería. Un profesor les juntó para un trabajo sobre la mejora de las comunicaciones en Internet. El saludo entre Page y Brin fue un odio a primera vista.
Sin embargo, les unía un proyecto que iba derivando en una revolución: un buscador automático de direcciones en Internet. El buscador Yahoo, creado por otros dos estudiantes de Stanford (Jerry Yang y David Filo), estaba en aquel momento obsoleto. Su sistema de clasificación manual de páginas no podía abarcar el crecimiento diario de Internet. Había otros buscadores, como Altavista. El internauta se desesperaba en la red intentando buscar alguna página útil. Ellos encontraron una solución. Crearon un algoritmo, una serie de fórmulas matemáticas que buscaban la página mejor que los buscadores existentes y en menos tiempo y, además, sin mezclar direcciones publicitarias o pagadas, y, además, gratis.
Page y Brin fueron de puerta en puerta enseñando su invento para reunir dinero y crear una empresa. Los dos veinteañeros incluso lo mostraron a otros buscadores ya existentes. Ni así les dieron un dólar. Tuvieron que sablear a los familiares.
El dinero se lo gastaron en ordenadores porque, a diferencia de otras experiencias, no centralizaban la información de Internet en un gran servidor, sino en simples PC (se dice que hoy tienen más de 100.000), con lo cual conseguían varias ventajas: una red descentralizada, que le daba más agilidad a las búsquedas y que, en caso de fallos, nunca afectaría a todo el sistema. Además era más barato.
El dinero de amigos y familiares les duró menos de un año y, de nuevo, nadie confió en ellos. Les salvó uno de sus profesores, Andy Bechtolsheim, cofundador de Sun, que les dio un cheque por varios millones de dólares, pero que tardaron en cobrar porque ni siquiera habían puesto nombre a la sociedad. Le llamaron Google, pronunciación de Googol, es decir, un uno seguido de cien ceros.
Lo que fue un proyecto de fin de carrera es hoy una empresa con valor bursátil de 28.000 millones de dólares. La empresa ha tenido que hacer ciertas concesiones para asegurar su salida; entre ellas, cerrar un pleito con su rival Yahoo y aplicar un severo recorte al precio estimado de las acciones.
Es la primera gran compañía de Internet que sale a Bolsa tras el reventón de la burbuja; pero Google, pese a su nombre con forma de globo, no es un bluff. Es el más usado buscador de Internet, y buscar es lo que más hace cualquier internauta después de escribir correos electrónicos. Además, a diferencia de las puntocom de la fiebre de los noventa, presenta un balance económico con activos y pasivos. Sólo la crisis económica ha retrasado su salida a Bolsa. El objetivo vital de Page y Brin no es ser multimillonarios, sino pasar a la historia. "Google es la diversidad, la diferencia. Pone a disposición de todo el mundo la mayor diversidad de información de la historia de la humanidad", manifestaba hace un año a EL PAÍS Sergey Brin.
La salida a Bolsa no es el final, sino sólo el principio de Google. El dinero les va a dar alas para poder competir en igualdad de condiciones con otros gigantes que se les estaban echando encima.
Yahoo, tras años de utilizar el buscador de Google, estrenó un nuevo motor el año pasado. El gigante del software Microsoft se ha gastado 100 millones de dólares en crear su propio motor de búsqueda. Saldrá antes de finales de año y lo colocará en su portal MSN. El camino para Google no será fácil. El 95% de sus ingresos proviene de la publicidad, pero los rivales son cada día más fuertes.
Sea cual sea el discurrir bursátil de Google, su salida al mercado no es una más. Pese a su juventud, es un símbolo de Internet, una herramienta básica; por eso se han alzado algunas voces de políticos norteamericanos solicitando que Google sea declarado un bien básico de los ciudadanos, como el agua corriente, la electricidad o el teléfono. Otros han pedido que sea declarado patrimonio de la humanidad, algo que no se ha hecho ni con Windows.
A Page y a Brin hay que otorgarles la distinción de haber trabajado en un servicio gratuito, por lo cual, la gran industria de la tecnología marginó esta función básica de Internet. Nadie vio el rendimiento económico que se le podía sacar a un servicio gratuito; seguramente Page y Brin tampoco.
Sólo cuando el resto vio que si el internauta usa un buscador, éste es el mejor camino para la publicidad se ha lanzado a competir con Google. Pero la empresa de Page y Brin les lleva ventaja. Y, además de buscar, Google abrirá un servicio de correo electrónico gratuito con un buzón 100 veces superior a la competencia.
Sólo es el principio. Este lunes Page y Brin seguirán llegando a la oficina a las nueve de la mañana, a mediodía se pondrán a la cola en el comedor y a las cinco de la tarde regresarán a sus casas a bordo de un coche eléctrico.
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