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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Árboles sentenciados

Si hay un oficio duro es el de ser árbol en Madrid. Todos están sentenciados. La política municipal, sin ningún interés por el bienestar del ciudadano, olvida la existencia de estos seres excepto a la hora de podar. En muchos distritos de Madrid se siguen podando árboles en el mes de agosto; lo llaman arboricultura, cuando deberían llamarlo arboricidio. No sólo dañan al árbol en sí, al conjunto de árboles de la ciudad, sino que eliminan la sombra de las calles y parques cuando más se necesita, en verano.

El barrio de Moratalaz, por ejemplo, posee una gran cantidad de zonas verdes y parques lineales. Están secos, los árboles del parque que separa las viviendas de la carretera de Valencia se mueren; los árboles se han despojado de sus hojas para sobrevivir y nunca se ven jardineros por la zona. El parque termina en la plaza del Corregidor Alonso de Aguilar, lugar donde pasan la tarde muchos ancianos. La zona es una cloaca, sucia, terrosa, los árboles sin riego, es un erial, se lo aseguro.

Los arboricultores deberían prestar más atención a todo el conjunto de zonas verdes y volver al lugar del crimen y reparar los daños que causan a los árboles con sus malas podas y eliminar los retoños indeseables que ellos mismos les producen a los árboles y adecentar Madrid. Sólo surgen a la hora de podar, el resto... la naturaleza es muy sabia, ¿no?

Las empresas que el Ayuntamiento contrata para semejantes actividades no cumplen con sus contratos porque su personal no es cualificado ni suficiente y esa mala gestión la pagamos los ciudadanos de Madrid.

Señores arboricultores: los árboles de hoja perenne se podan sólo si el árbol lo necesita y con mimo para no dañar el conjunto. Los árboles de hoja caduca tienen la deferencia de darnos sombra en verano y dejar pasar la luz en invierno.

Respeten la naturaleza y aprendan de ella, no antepongan su ignorancia ni sus contratos a la responsabilidad que tienen frente a estos seres vivos que se les han encomendado.

Para terminar, les diré que, en la calle del Arroyo Fontarrón hay 150 alcorques vacíos que esperan 150 árboles. A pesar del tiempo, los alcorques no desaparecen, siguen mostrando su cavidad para recordar a los vecinos que tienen que exigir sus derechos y los de sus árboles.

Eso estoy haciendo yo: esos 150 árboles son del vecindario y las autoridades nos están negando la sombra y la amortiguación de ruidos que ellos supondrían. Madrid es el gran negocio y los árboles no son una buena renta. Debemos exigir que se mantengan los árboles que hay en la ciudad, que cada uno representa muchos años y es el legado que entregaremos a quienes nos sucedan.

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