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OLÍMPICAMENTE | Atenas 2004
Columna
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Tiros y platos

A muchos la medalla de María Quintanal nos ha permitido descubrir un deporte del que no sabíamos nada. Al escuchar lo de "tiro de foso" algunos dijimos: ¿Mande? Luego, al ver las imágenes, entendimos que se trataba de una evolución sofisticada de lo que, en sus horas libres, hacía Harry el Sucio. No es una comparación frívola. En su origen, las pruebas de tiro, como las de lucha, están relacionadas con el ejército y la policía. Con sentido común, ambos colectivos entendieron que perfeccionar su dominio de las armas y de la concentración era una buena manera de ser más eficaces. Su actividad podría desarrollarse en un clima competitivo en tiempos de paz y en tiempos de guerra mejorarían su nivel en el campo de batalla.

El olimpismo no siguió este paralelismo a rajatabla y, en las últimas décadas, otra cantera para buenos tiradores ha sido la caza, vocación de la que, creo, procede Quintanal. Curiosamente, a los cazadores también se les atribuye una nefasta influencia en el entorno aunque, como ha demostrado el maestro Miguel Delibes, muchos cazadores son más ecologistas que sus detractores.

Tenemos, pues, a tres colectivos (militares, policías y cazadores) que gozan de mala fama en ambientes supuestamente intelectuales, pero que, cuando acceden al olimpismo y consiguen victorias como la de Quintanal, pasan a ser populares y objeto mediático. En su caso, el deporte es una extensión de la profesión o de la vocación, aunque, en ocasiones, el lado competitivo abduce los demás.

De seguir el olimpismo cierto paralelismo con la sociedad, no descarten que, en el futuro, las nuevas tendencias obliguen a incluir disciplinas inéditas. Los policías y los militares saben que parte de su trabajo consiste en enfrentarse a grupos contestatarios que denuncian los abusos e imperfecciones del sistema y que, por desgracia, estas batallas pueden degenerar en violencia. Por eso sería bueno que, desde ambos lados de la barricada, los violentos vehicularan su ímpetu hacia prácticas deportivas sin víctimas de por medio. Entre los manifestantes adictos al lanzamiento de cócteles mólotov o de tarta de nata a jefazo del Banco Mundial, por ejemplo, podría ponerse de moda el lanzamiento de peso en la modalidad clásica, interesada tanto en la distancia como en la puntería. Así se mezclarían dos conceptos (fuerza y precisión) y se conseguiría apaciguar los ánimos de muchos que, en nombre del mantenimiento del orden o de su revolucionaria destrucción, atentan contra la paz. Otros lo han conseguido. Al final del combate de esgrima (modalidad florete), el francés Bryce Guyart fue felicitado por otra atleta francesa, que le besó efusivamente en la boca. Así lo mandan los cánones de las películas de espadachines: primero acaba con tu enemigo y luego besa a la chica.

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