Atrevida fotohistoria
Cómo construir la historia de las artes visuales, donde la fotografía juega un papel fundamental, es un debate abierto. Frecuentemente, los fotohistoriadores se han dejado influir por la metodología general adoptada para la historia de la humanidad, pero hay quienes reivindican y buscan formulas más acordes a las particularidades de la disciplina. Uno de estos puntos de vista novedosos e incluso atrevido lo encontramos en el libro Variaciones en España. Fotografía y arte 1900-1980, de Horacio Fernández, editado por el Museo de Arte Contemporáneo de Vigo con la colaboración de otras instituciones.
Sus capítulos se guían, en palabras de su autor, por considerar a España "un lugar y un conjunto de personas y no una propiedad de las imágenes y los autores". De esta manera se abren las puertas a los fotógrafos oriundos, pero también a los que de manera esporádica o residiendo temporalmente en este país han tomando placas a sus tierras y a sus gentes. Así encontramos abrazados a lo largo de las páginas a Eugene Smith o Robert Frank con Gabriel Cuallado, Oriol Maspons o un casi desconocido Virxilio Vieitez. Si se trata de fotomontajes, el hermanamiento se produce entre Josep Renau, Jonh Heartfield o Walter Reuter y las magníficas imágenes empleadas por otros muchos creadores en sus montajes.
Otro de los aspectos que caracteriza el libro es haber reducido considerablemente el nombre y número de autores para evitar, según criterio del recopilador, la dispersión que generan exposiciones e historias colectivas. No obstante son tantas y tan grandes las ausencias que más que una clave metodológica parece una ironía o una justificación poco razonada que huye del impagable esfuerzo que exige una historia general, siempre referencia inexcusable para lectores aficionados o futuros investigadores.
Finalmente, añade que por haber dejado de ser la cámara oscura herramienta exclusiva de fotógrafos y recurrir a ella otros artistas, la historia propia del medio se ha terminado. No cabe duda de que afirmaciones de este tipo pueden entenderse como un tanto exageradas y seguro encuentran muchos detractores con argumentos muy rotundos.
En definitiva, se trata de un ensayo bien presentado, con una muy loable selección de imágenes fotográficas, un relato que, sobre una serie de fotógrafos de calidad indiscutible, nos acerca a ciertas claves estilísticas y narrativas, pero en su conjunto es una crónica de una España fundamentalmente agrícola y rural, donde los aspectos urbanos e industriales pasan muy de refilón.
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