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Crítica:LIBROS
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Los cambios en el empleo

"Estamos abordando una nueva era en el mundo del trabajo. Hacen falta nuevas soluciones a las viejas aspiraciones de dignidad y justicia en el empleo. Este libro abre caminos, ofrece alternativas". Quien eso afirma es José Luis Rodríguez Zapatero, presidente del Gobierno, en su faceta de autor del prólogo de Un futuro para el trabajo en la nueva sociedad laboral. Se trata de un libro oportuno y útil. Un buen elemento de reflexión para los interlocutores sociales, que coincide con la apertura del proceso de diálogo comprometido por el Gobierno, la patronal y los sindicatos CC OO y UGT, en el que se proponen debatir un amplio temario que puede ocupar toda la legislatura.

Rodríguez Zapatero apunta que, como respuesta a todos los retos y desajustes que tiene el mercado laboral (español y comunitario), el objetivo debe ser "encontrar un intercambio razonable y eficiente entre flexibilidad y estabilidad. Entre competitividad y cohesión social".

Ése es también el ánimo que parece guiar a los tres autores. Ramón Jáuregui, Juan Ignacio Moltó y Francisco González de Lena intentan buscar algunas de las complejas respuestas ante un nuevo modelo de sociedad laboral, y para ello parten de una experiencia profesional dedicada al mundo del trabajo, y de su propia trayectoria política, en la que han ejercido diversos cargos en las administraciones socialistas.

En esa reflexión conjunta, los autores analizan los cambios económicos y sociales derivados de la globalización y de la revolución tecnológica. Su propuesta parte de que "el trabajo no sea una categoría más de desigualdad", aunque reconocen la dificultad de encontrar soluciones de equilibrio.

Presentan 10 propuestas para la renovación de la sociedad laboral, que afectan a cuestiones tan complejas como la elevada precariedad que afecta a un tercio de los asalariados, una siniestralidad en el puesto de trabajo que en España alcanza cifras récord respecto a otros países de la Unión Europea, las dificultades de integración de las mujeres en el mercado laboral, lo que denominan la "crisis de transformación" de los sindicatos o el reto que ha supuesto la entrada de una masiva inmigración, que ni los expertos ni los organismos internacionales supieron anticipar.

No eluden analizar los efectos de las políticas de flexibilidad laboral y de desregulación para impulsar la creación de más empleo. Pero, sobre todo, subrayan la necesidad de que los agentes implicados, las empresas y los representantes de los trabajadores no opten por la técnica del avestruz, y entren de lleno a analizar las consecuencias de una realidad cambiante, necesitada, a su juicio, de que "el trabajo y los trabajadores sean cada vez más flexibles". Y extienden esa necesidad a lograr "la empresa flexible" que es la que "exige que sus empleados trabajen aquí o allá, en ésta o en aquella planta, en ésta o en aquella ciudad, en una creciente flexibilidad geográfica. Les exige que trabajen en esto o en aquello, con una flexibilidad funcional que lleva aparejada una polivalencia profesional desconocida hasta ahora y una formación profesional permanente que también es consecuencia imperiosa de la innovación tecnológica y de la rápida obsolescencia de los sistemas productivos".

El diálogo, con la participación del Gobierno, es uno de los instrumentos que defienden, y, sobre todo, la negociación colectiva entre empresarios y sindicatos. El libro plantea reformas, algunas de ellas polémicas, y aconseja más cambios a los trabajadores que a los empresarios. Incluye lugares comunes, que no por muy repetidos son del todo ciertos. Puede ser verdad que es necesario avanzar en la competitividad corrigiendo las carencias de formación profesional de los trabajadores, pero no se tiene en cuenta que los jóvenes, los que reciben el mayor impacto de la precariedad y el paro, constituyen la generación mejor formada de la historia. Alguna responsabilidad se debería adjudicar también a los empresarios. Como afirma el presidente Zapatero: "No hay, por desgracia, respuestas sencillas".

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