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OPINIÓN DEL LECTOR
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

El servicio de ambulancias

El 1 de junio recibo en mi domicilio una carta del Instituto Madrileño de la Salud notificándome la puesta en marcha del Plan Integral de Urgencias y Emergencias Sanitarias. En ella se explica la ubicación de los nuevos centros de urgencia, la incorporación de 856 nuevos profesionales para atención al paciente, y la puesta en marcha de "mejores y más modernos vehículos de intervención rápida" (sic). Perfecto, parece que la Comunidad avanza en la atención a sus ciudadanos.

El 1 de julio, un mes después, mi madre necesita de atención médica urgente debido a lo que posteriormente resultaron ser efectos secundarios ante un cambio de una medicación habitual, y utiliza los servicios de la Comunidad referidos antes. A las 20.05, y tras una media hora del aviso al 061, el médico del servicio de urgencias analiza los síntomas de la dolencia de mi madre en nuestro domicilio y llama al servicio de ambulancias para que la trasladen con carácter urgente al hospital Ramón y Cajal.

A las 21.25 (1 hora y 20 minutos después de la llamada del doctor), y ante la inesperada tardanza de la ambulancia, decidimos llamar al 061. Tras unos diez minutos de espera telefónica y explicación de los síntomas de la enfermedad a un médico del servicio de atención telefónica, se nos comenta que "la ambulancia está terminando un servicio y llegará en breve".

A las 22.35 (dos horas y media después del primer aviso), la ambulancia aún sigue sin venir, por lo que volvemos a llamar al 061. Nuevamente, nos vuelven a preguntar qué síntomas tiene la enferma (por segunda vez, a pesar de que supuestamente el médico que la atendió los debió comunicar al solicitar la ambulancia) y nos dicen, otra vez, que la ambulancia está terminando un servicio y que llegará en breve. En ningún momento, a pesar de preguntarlo reiteradamente, se nos informa sobre cuánto tardará en llegar la ambulancia, ni cuál es el motivo de la tardanza. Ante tal falta de atención, pedimos que nos pasen con el jefe de guardia, Antonio Badrinas, que, por tercera vez, nos pregunta por los síntomas de la enfermedad y nos sigue diciendo que la ambulancia llegará en breve, pero sin comprometerse en ningún momento a fijar, ni siquiera de forma aproximada, el tiempo que tardaría en llegar. Por supuesto, ni una palabra de excusa por la tardanza, ni una sola explicación por la misma; tan sólo tácticas dilatorias (¿qué le pasa a la enferma?) y vanas promesas ("la ambulancia llegará en breve"). Tras comentarle al jefe de servicio, de forma poco calmada, mi opinión sobre la penosa atención que dispensan, éste decide colgarme el teléfono.

Cansados de esperar, y ante el agravamiento de los síntomas —fuertes mareos, vómitos continuados, incapacidad para caminar de forma estable, visión borrosa...—, decidimos trasladar a mi madre al hospital Ramón y Cajal en nuestro automóvil. Si no lo hicimos anteriormente, fue por evitar una posible caída al bajar las escaleras a causa de los mareos e inestabilidad al caminar de mi madre.

Al llegar al hospital percibimos que, lejos de haber una gran cantidad de pacientes como esperábamos, dada la tardanza de la ambulancia, el servicio de urgencias no tiene ningún "atasco" y a mi madre la atienden rápida y diligentemente.

Según nos comentan los vecinos del bloque, la ambulancia llegó a nuestro domicilio hacia las 23.45, es decir, casi cuatro horas después del primer aviso. Lamentable.

Lamentablemente, ésta no ha sido la única ocasión en que hemos sido atendidos con tanta diligencia y eficacia; ya durante el año 2002 disfrutamos en varias ocasiones del "buen funcionamiento" del servicio de ambulancias de la Comunidad de Madrid con esperas medias de dos horas.

Como siempre, los políticos se gastan el dinero de los contribuyentes en realizar nuevos y maravillosos "planes integrales" y mandarnos cartas con propaganda que no responde a la realidad del servicio, en lugar de en incrementar el número de ambulancias.

Espero que esta carta sirva de toque de atención a los responsables del servicio de urgencias, y en especial al de ambulancias.

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