_
_
_
_

La inversión extranjera en España cae en picado y acumula tres años de retrocesos

Los expertos advierten de la pérdida de atractivo y del agotamiento del modelo productivo

Claudi Pérez

La inversión extranjera en España se redujo un 40% el pasado año, hasta 22.705 millones de euros, según Eurostat. La pérdida de atractivo por el agotamiento de un modelo productivo demasiado enfocado en los costes laborales, junto a un entorno internacional poco boyante y la estrategia defensiva de las multinacionales, condenaron a España a su tercer año consecutivo de retrocesos en 2003. La economía española tampoco acaba de decidirse a buscar oportunidades en el exterior: las inversiones españolas en el extranjero ascendieron a 20.709 millones, frente a los 33.483 millones de 2002.

Más información
Desplome estadounidense

Las multinacionales se marchan de España en busca de países emergentes, en lo que ha venido a llamarse deslocalización. Pero es que, además, han dejado de venir. La inversión directa extranjera (tiene carácter de permanencia e incluye fusiones y adquisiciones, pero no tiene en cuenta la inversión en Bolsa) cae en picado desde 2000. El retroceso fue espectacular en 2003: la inversión directa procedente del exterior alcanzó 22.705 millones, un 40% menos que el año anterior, según Eurostat, la oficina estadística de la UE. El descenso subraya la necesidad de reformular el modelo industrial para aprovechar las oportunidades a medio plazo.

La mayoría de los expertos asegura que las multinacionales han iniciado procesos de saneamiento, pero volverán a realizar esfuerzos inversores en un plazo de unos tres años. Y en un entorno macroeconómico incierto, España se enfrenta a la competencia del este de Europa, el norte de África y del sureste asiático, con China a la cabeza. Malos compañeros de viaje en la carrera por atraer inversión directa.

"No es para echarse a temblar", explica Emilio Ontiveros, consejero delegado de Analistas Financieros Internacionales, "pero los países del Este han eliminado su riesgo político, compiten en condiciones de igualdad con la formación tecnológica de los trabajadores españoles y cuentan con las ventajas de los costes laborales y de la cercanía a los grandes mercados europeos".

'Mal del crecimiento'

España es un claro ejemplo del denominado mal del crecimiento: a medida que ha ido recortando distancias con las grandes potencias europeas, se ha producido un progresivo agotamiento de las principales ventajas competitivas de su economía. A esa dolencia se suman las discutibles características de la inversión foránea: un 40% del total se dirige al sector inmobiliario. La inversión puramente industrial se ha encontrado con un problema añadido: "Ya no es sólo que no vengan nuevas empresas, sino que muchas de las multinacionales instaladas en España han dejado de reinvertir", asegura Pedro Nueno, profesor del Iese.

"El nivel salarial sigue por debajo de la media europea, pero no puede competir con el de los países del Este. Y la tecnología y la producción de alto valor añadido es aceptable, pero insuficiente para convertir a España en un foco de atracción de inversiones de alto valor tecnológico", explican fuentes del servicio de estudios de una entidad bancaria. Para Guillermo de la Dehesa, presidente del Centre for Economic Policy Research, España va a seguir recibiendo entradas de capital en inmuebles y en el sector servicios, además de inversiones en Bolsa y deuda pública, pero "mucha menos inversión industrial en sectores tradicionales".

No se trata sólo de España, cierto: en la UE, la inversión procedente de terceros países cayó un 15% en 2003. El descenso afectó incluso a los países del Este, en los que se detectó una leve caída de la inversión extranjera durante el pasado año. Joaquín Trigo, director ejecutivo de la patronal Fomento del Trabajo, explica que en el actual entorno macroeconómico "las empresas, más que invertir, se limitan a defenderse".

Nueno sostiene que la prioridad de las multinacionales "no es emprender grandes conquistas de mercados en un momento en el que no se producen grandes innovaciones, sino racionalizarse y concentrarse en sus actividades estratégicas hasta que desaparezca la atonía de las principales economías".

Los años locos

Pese a la caída de la inversión extranjera, España sigue sin ser un país exportador neto de inversiones. En 2003, la inversión española en el exterior cayó un 38%, hasta 20.709 millones, según Eurostat. "Con el desembarco de empresas españolas en Latinoamérica, a finales de la década de los noventa, parecía que España podía estar al nivel inversor de los países del G-7, pero esa imagen se ha debilitado", asegura Joaquín Trigo. "Los noventa fueron años locos, pero ahora mismo las empresas españolas no están en condiciones de acometer inversiones similares", explica Nueno.

La oferta del Grupo Santander por Abbey, el sexto banco británico, supone una reactivación de la estrategia inversora tras varios años de parón, aunque Telefónica, Repsol YPF, Endesa, Iberdrola y otras empresas juegan por tamaño en la primera división mundial.

Los expertos no detectan un cambio de tendencia tras el cambio de Gobierno, aunque reclaman "un esfuerzo para trasladar las propuestas en términos de cambio de modelo productivo, que hasta ahora se han quedado en meras declaraciones de intenciones", critica De la Dehesa. Ontiveros ve "positivo" el enfoque del nuevo Ejecutivo, pero advierte de que la política económica "no es un factor clave a corto plazo para decantar las decisiones de inversión de las empresas".

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Claudi Pérez
Director adjunto de EL PAÍS. Excorresponsal político y económico, exredactor jefe de política nacional, excorresponsal en Bruselas durante toda la crisis del euro y anteriormente especialista en asuntos económicos internacionales. Premio Salvador de Madariaga. Madrid, y antes Bruselas, y aún antes Barcelona.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_