El fiscal "displicente"
La actitud "displicente" del fiscal jefe Eduardo Fungairiño ante la comisión del 11-M tiene memorables antecedentes en su larga y polémica trayectoria como fiscal jefe de la Audiencia Nacional, cargo al que llegó con un expediente a sus espaldas, en contra del criterio de la totalidad del Ministerio Fiscal y tras ser el instigador de la rebelión de los indomables, la mayor conmoción que ha sacudido a la institución en toda su historia.
Su expediente disciplinario por una falta muy grave de ocultar pruebas en el sumario sobre el atentado de ETA en 1995 contra José María Aznar, entonces líder de la oposición, no fue obstáculo a su imparable ascenso cuando el PP llegó al poder. Cuando se le preguntó por qué había ocultado al juez un informe pericial que descartaba la participación del etarra Mikel Azurmendi en el atentado replicó: "Dependiendo del resultado, se aporta al procedimiento, en el entendimiento de que, si no es favorable o no es de utilidad a la acusación, no se hace llegar al juzgado". O sea, si la prueba no interesa, no se aporta.
Su propuesta de nombramiento fue llevada al Consejo Fiscal tres veces por su mentor, el entonces fiscal general Jesús Cardenal, y las tres obtuvo cero votos. Cardenal engañó al Consejo Fiscal y, a sus espaldas, propuso el nombramiento al Gobierno del PP, pero tuvo que pechar con apadrinarle porque ningún fiscal del Supremo quiso aceptar la encomienda. No en vano la Junta de Fiscales de Sala calificó de "ilegal" el nombramiento, lo recurrieron ante el Supremo y le dieron un sonado plantón durante su toma de posesión en el Salón de Plenos del Tribunal Supremo. "Ellos se lo pierden, porque el Salón de Plenos es muy bonito", replicó Fungairiño en displicente desafío a sus compañeros. Aznar se tomó "con humor" todas las críticas al nombramiento.
Otra muestra de su displicencia la dio cuando arreciaban las polémica por sus escritos contrarios a enjuciar a las dictaduras chilena y argentina por tratarse de una "sustitución temporal del orden constitucional" que "tenía por objeto subsanar las insuficiencias de que adolecía para mantener la paz pública".
Le llamaron de todo y desde todos los ámbitos. Fungairiño, una vez más, se limitó a replicar que quienes criticaban su escrito era "porque no se lo habían leído".
Mimado y protegido por el PP, acostumbrado a actuar sin cortapisas, el fiscal jefe de la Audiencia Nacional parece no haberse percatado de que algo ha cambiado desde el 11-M.
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