Abu Ghraib aún tiene 4.200 detenidos
El pasado 24 de mayo, en medio de la tormenta desatada por el escándalo de las torturas a presos iraquíes, el presidente George W. Bush anunció la destrucción de la tristemente famosa cárcel de Abu Ghraib, el símbolo de los peores abusos. "El nuevo Irak necesitará un sistema carcelario humano y bien controlado", dijo Bush. Hoy la prisión sigue en pie. El 24 de junio, un juez militar norteamericano prohibió la demolición por considerar el edificio como el escenario de un crimen.
En un intento de mejorar su imagen dañada, el Ejército estadounidense liberó a varios centenares de presos y abrió recientemente las puertas del recinto a la prensa. La situación de los detenidos que permanecen en su interior parece haber mejorado. La agencia de información de la Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios tuvo acceso a la cárcel a mediados de julio. El penal está ahora dividido en dos partes: una para los criminales de derecho común, bajo la vigilancia de guardias iraquíes, y otra para los presos de alta seguridad, bajo la vigilancia de las tropas de EE UU.
Los primeros, unos 2.000 presos, según estimaciones, se encuentran en los edificios de la cárcel propiamente dicha. Hay unos ocho por celda y, desde el escándalo de las torturas, han experimentado una cierta mejora en sus condiciones de vida, con la instalación de ventiladores o una ducha cada tres días, por ejemplo.
Los cerca de 2.200 detenidos de alta seguridad, acusados de cometer crímenes contra las fuerzas de la coalición, viven en grandes tiendas polvorientas en el patio de la prisión, rodeados de torres de vigilancia y bajo el sol de plomo del verano iraquí. En cada tienda viven 16 presos, en vez de 32 antes de la crisis de mayo. La compañía de la Policía Militar involucrada en los malos tratos ya ha regresado a Estados Unidos y los nuevos soldados siguen cursos en los que se les recuerda que los prisioneros deben ser tratados con dignidad y respeto, afirma un portavoz.
Bajtiar Amin, el ministro iraquí encargado de los Derechos Humanos, ha podido abrir una oficina en la cárcel. El responsable de este centro, Saad Sultan, visita a los prisioneros una vez a la semana. Todos, tanto los de derecho común como los de alta seguridad, pueden recibir visitas de sus familiares cuatro veces al mes.
Los presos liberados reciben 25 dólares y un viaje de vuelta al lugar donde fueron arrestados. El general Geoffrey Miller, que dirigió el centro de detención de Guantánamo y está ahora encargado de las reformas en Abu Ghraib, anunció recientemente que seis representantes del Gobierno provisional iraquí iban a integrar el servicio que examina la situación de los prisioneros. Hasta ahora, todos siguen encarcelados sin ser juzgados.
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