"La radio en España lleva el lastre del alineamiento político"
Luis del Olmo, en su despacho barcelonés de Onda Cero, acabando la temporada y su propia vinculación con la cadena. Murmurando que un tipo que con 67 años sigue levantándose a las cinco de la mañana es un desgraciado integral, purísimo.
Pregunta. La noticia de estos últimos tiempos es que disminuye la confianza en el periodismo.
Respuesta. No, no creo. Es más, vuelvo a oír la frase: "Lo ha dicho la radio". Y también aumenta la calidad del público. Cuando abro los micrófonos, ya no llama el ama de casa o el despistado que llamaba por llamar o por hacerse el gracioso. En las tertulias hay cada vez más una participación activa del oyente especializado. Profesionales del derecho, profesores, gente muy preparada que quiere compartir, o discutir, con el tertuliano un determinado punto de vista. Yo creo que esto ha fortalecido el periodismo radiofónico. Más fuerte que nunca. Y no hay que olvidar que la radio tiene un crédito que está por encima del de la prensa o la televisión.
"La radio está más fuerte que nunca. Y no hay que olvidar que la radio tiene un crédito que está por encima del de la prensa o la televisión"
"Entonces estaba de director de RTVE Rafael Ansón. Pidió la cinta y, tras oírla, le dijo al director de Radio Nacional que no podía seguir con el programa"
"La radio es un material muy sensible porque es el medio más querido. Este aspecto sentimental es muy importante. La radio informa"
"Han intentado matarme ocho veces. No una ni dos. Ocho. Según confesó un miembro del 'comando Barcelona'. Prescindí de la escolta y fueron a por mí"
"Creo que hubiese sido un gran actor si la radio no me hubiese abierto las puertas. Un gran actor de radio. Un gran actor de teatro radiofónico"
P. ¿La radio española?
R. Sí, hablo de la radio española. La radio española se ha puesto a la altura del que todavía es el referente de la radio universal, que es la BBC. La radio vive un momento dulce, sin ninguna duda.
P. Usted tiene años por detrás para...
R. Lo que tengo son años y muchos momentos amargos, y, por tanto, tengo motivos para poder asegurar que éste es un momento muy bueno. Y no hablemos desde el punto de vista personal, claro. Porque, hablando de momentos amargos... A mí me llegaron a quitar el programa. Hoy parece mentira, pero me lo quitaron.
P. ¿Por qué?
R. Fue durante el Gobierno de Adolfo Suárez. Al principio de los ochenta. Alguien en la tertulia tachó de ridículo al presidente Suárez. Había democracia, pero la libertad no era la que es. Entonces estaba de director de Radiotelevisión Española Rafael Ansón. Pidió la cinta magnetofónica y, tras oírla, le dijo al director de Radio Nacional que no podía seguir con el programa. Me lo quitaron y estuve vagando como un fantasma por los pasillos de la radio hasta que por la presión de los compañeros de la prensa, sobre todo de la de Barcelona, me lo devolvieron. No convendría olvidar este tipo de incidentes. La libertad en España no es muy antigua. Otro momento crudo fue el de Idígoras.
P. ¿Jon Idígoras?
R. Sí, el antiguo dirigente de Batasuna. Fue cuando el asesinato del ingeniero Ryan. Por la emisora pedí a los oyentes vascos, y sólo a los oyentes vascos, que llamaran a la emisora para rechazar esa atrocidad. Yo añadí algún comentario del tipo de que la pena que tenía España en aquel momento contrastaba con la alegría de los etarras y de sus amigos batasunos, que en aquellos momentos estarían descorchando botellas de champán. Y es que el día anterior habían salido los de Batasuna con unas pancartas que decían: "ETA, mátalos". Entonces llamó Jon Idígoras. Me pidió que rectificara. Yo le dije que me ratificaba. Fue un momento muy tenso. Al terminar el programa me llamó el ministro del Interior, que era entonces Barrionuevo, y a partir de aquel momento me obligó a llevar escolta, a mí y a toda mi familia.
P. ¿Hasta ahora con escolta?
R. Bueno, no de un modo seguido. Al cabo de unos cuatro años dejé de llevarla. Pero cuando empezaron a descubrirse los nuevos movimientos de estos canallas volví a llevarla. Han intentado matarme ocho veces. No una ni dos. Ocho. Según confesó un miembro del comando Barcelona. Hace poco más de un año le dije al ministro que ya no lo creía necesario. Pero entretanto, otra vez fueron a por mí, en Roda de Bará. Y los trincaron, además. Por tanto... Te acostumbras a todo. He procurado que los escoltas sean ya como miembros de mi familia.
P. Querría que precisáramos sobre el origen de la tertulia radiofónica en España.
R. Marconi, Marconi...
P. Un poco más acá.
R. Ja, ja. Yo creo que las tertulias nacen en la cadena SER, con Fernando Ónega de director de programas. Había un programa por la noche, sobre las once, donde estaban Ónega, José Luis Gutiérrez y Pilar Cernuda, y alguien más que no recuerdo. Dicen que fue Alfonso Guerra, vicepresidente del Gobierno entonces, el que acabó con aquella tertulia, que yo sitúo en el origen el género. Dejó de haber tertulias hasta que al cabo de unos tres años, Alejo García, mi compadre, hizo algo parecido a una tertulia en Radio Nacional, por las tardes. Pero yo creo que la consagración de la tertulia, y perdón por apuntarme al carro, fue con Protagonistas.
P. ¿Cómo lo decidió?
R. Después de un verano se me ocurrió que la tertulia tenía que ser el plato fuerte de la mañana. Y creo que no fue mala idea.
P. No lo parece.
R. De inmediato se apuntaron todas las cadenas. Sólo la SER se mostró reticente, pero al cabo tuvo que hacerlas. En la primera foto de tertulia que tengo, que debió de ser hecha a mitad de los ochenta, estaban Manuel Vázquez Montalbán, Emilio Romero, Jaime Capmany, no sé si Raúl del Pozo... Bueno, ha sido un éxito, desde luego. Hay tertulias de política, de economía, de deportes, por la mañana, por la tarde, por la noche. La radio es una gran tertulia. La verdad es que...
P. Perdone, ¿y qué era antes la radio?
R. ¿Sabe que he perdido la noción de lo que era? Hoy es imposible concebir la radio sin tertulia. Yo no sé qué hacíamos. Supongo que Protagonistas buscaba la atracción de la entrevista, que hacíamos reportajes...
P. El reportaje es un género que parece acabado en la radio.
R. Es verdad. Nosotros sacábamos mucho la unidad móvil...
P. Una palabra perdida.
R. Sí, sí, el teléfono móvil ha acabado con ella. El móvil ha agilizado extraordinariamente la radio.
P. Se gana rapidez y se pierde guión.
R. Yo no he perdido el guión. Es parte fundamental de Protagonistas. Pero, sin duda, el guión tenía mucha más presencia. Hoy hacemos una radio más alocada. Improvisamos demasiado. La radio de por sí ya te obliga a improvisar mucho. Por fallos, por esperas... ya tienes oportunidad. José Luis Pécker, que ha sido uno de mis grandes maestros, decía que la mejor improvisación es el guión, y es verdad. ¡La improvisación debe estar prevista! La participación de los oyentes, por ejemplo, es un terreno abonado para ella.
P. Usted cuenta mucho con eso.
R. Para mí es fundamental. La viveza. Que los oyentes puedan tildar de imbécil desde el presentador hasta el tertuliano, eso es fundamental para que el público sienta la radio como un espacio propio. Por cierto, que si yo tuviera que pedir algo a mis colegas, sería que abrieran los micrófonos a los oyentes. Pero de verdad...
P. ¿No lo hacen?
R. No.
P. ¿Cómo que no?
R. Las opiniones se controlan, se regraban, se pasan en diferido. Pero lo que hace Protagonistas, que dice: "Buenos días, Lérida", "Buenos días, Monforte" o "Buenos días, Madrid" sin saber realmente quién hay detrás y de qué va a hablar, eso no se hace en el resto de programas.
P. Hay gente que no escucha la radio por no tener que aguantar esas intervenciones del pueblo.
R. No lo creo. Eso le da credibilidad al programa. Que es de lo que se trata. Es un peligro. Claro que es un peligro. A veces se pone verde al Rey o al Papa. Cuando se produce una erosión de ese tipo, hay que reconducirla y no darle demasiada cancha. Pero sin duda dan credibilidad al programa. El peor oyente, de todos modos, es el pesado. El realmente temible es el oyente que pide un paso de peatones para su barrio.
P. El problema no es tanto la opinión estrambótica como la falsedad, las calumnias.
R. Tratamos de combatirlas con los tertulianos. Ellos vigilan y las rebaten. Son gente de peso y están al quite. No queda la falsedad en el aire sin que se pueda replicar.
P. Usted ha pasado por todos los poderes y...
R. Sí, desde los tirones de orejas y las broncas fenomenales que yo recibía en los primeros Protagonistas del franquismo, cuando no me atenía al guión. Yo tengo muchos rapapolvos escritos por no haberme atenido a la pauta estricta del programa, que antes de emitirlo se enviaba a Madrid, para su aprobación. Yo creo que nadie que no lo haya vivido puede imaginar las condiciones en que se hacía esa radio. Mis viajes a Madrid, entonces, eran constantes. A dar cuentas.
P. Si usted escuchara ahora el programa que hizo cuando la muerte de Franco, ¿se sentiría mal?
R. Hummm... No creo. No sé lo que hice. Dudo que hiciera algo a mayor gloria de Franco. Entre otras cosas porque no hicimos un programa el mismo día que murió Franco. De eso se encargaban los informativos. Tanto con la muerte de Franco como antes, con la de Carrero, se hacían cargo automáticamente de la programación los servicios informativos.
P. Era Protagonistas... nosotros.
R. Así es. Lo quité porque me parecía que no tenía derecho a ese nosotros. Una orden curiosa que recibí cuando estaba aún con el nosotros es que se llamara Protagonistas... vosotros. Les parecía que ese vosotros incluía al pueblo. A mí me parecía una falta de respeto el tuteo. Duró poco. Luego, cuando llegan al poder los socialistas, y con Eduardo Sotillos de director, se produce un cambio radical de los programas. Protagonistas no desaparece, pero Sotillos me pide que le cambie el nombre. Yo me resisto, pero él insiste mucho. Entonces yo le propongo un título que llevaba funcionando en América desde hacía muchos años: De costa a costa. Pero yo le tenía tanto cariño que decía De costa a costa y añadía: "El programa de los protagonistas de la mañana", o algo así. La verdad es que el nombre no fue un invento mío, sino de Jorge Arandes, que lo había sacado de no sé dónde.
P. Hay dos teorías, más o menos teorías, sobre lo que debe ser el pluralismo mediático. Hay quien dice que el pluralismo es la suma de los medios, cada uno con su opinión homogénea, y hay otros que dicen que esa pluralidad debe darse en el interior de cada medio.
R. Yo no estoy de acuerdo con el alineamiento de los medios, en la izquierda y en la derecha. No me gusta nada. Pero, por desgracia, es lo que está sucediendo en los medios de comunicación españoles y en la radio, en particular. Yo siempre he intentado darle un pluralismo al programa. Si examinamos a mis tertulianos, yo creo que el equilibrio es absoluto. No creo que deba ocultarse al oyente la otra opinión. Eso es como venderle una mercancía incompleta, defectuosa. Para mí, es uno de los fracasos de la radio que estamos haciendo. Es una radio excelente la que estamos haciendo. Técnicamente excelente. Pero lleva ese lastre, que es importantísimo. Y si usted me permite la inmodestia, es un lastre que a mí no me afecta, porque he tratado siempre de tenerlo en cuenta.
P. Hay dos momentos cruciales de la radio en la política española. Uno, el 23-F...
R. No estoy demasiado de acuerdo. Fue una noche importante, pero ha habido muchas. Ha habido muchas noches en que la radio ha sido el centinela de la libertad española.
P. ¿Y el 11-M?
R. Hummm...
P. ¿Hummm?
R. Tal vez dentro de cincuenta años sabremos los secretos...
P. ¿Tanto tiempo?
R. No estoy seguro de nada, ni de si hubo secretos. Pero...
P. ¿Qué opina del trabajo de la SER en aquellos días?
R. Mire, yo a la SER... Siempre he dicho que la SER es una cadena ejemplar. E Iñaki Gabilondo es el mejor comunicador que tenemos en este país, y lo demuestra estando en cabeza con millones de oyentes. Pero no comparto lo que hace la SER en esa radio unidireccional, que es la que también hace, pero en sentido contrario, la Cope. En fin, tampoco me quiero meter con la Cope, donde tengo tantos amigos. Ahora bien, respondiendo a la pregunta concreta... Yo no habría hecho esa radio, esos días. Yo no lo habría hecho.
P. Pero esa acusación, que es también un enaltecimiento, de que la radio puede influir decisivamente en un proceso electoral, ¿qué le parece? ¿Es decir mucho?
R. No, yo no digo que el trabajo de la SER cambiara el resultado. Yo eso no lo sé. Cuando tenga todos los datos en la mano, si algún día los tengo, entonces le podré decir si sí o si no. Yo digo, simplemente, que yo no habría hecho esa radio y que de hecho no la hice, en la medida de lo que me tocó hacer.
P. Estará de acuerdo, en todo caso, en que la radio es un peligro. Material muy sensible.
R. Material muy sensible porque es el medio más querido. Este aspecto sentimental es muy importante. La radio informa. Pero hay también una cuestión de amor que no tienen otros medios. Y si además tenemos en cuenta que son 24 millones de personas las que escuchan diariamente la radio en España... ¡Veinticuatro millones! Es una salvajada. Es una hermosa salvajada.
P. Óigame... La radio siempre ha oscilado entre el periodismo y el teatro.
R. La radio es un poco teatro.
P. Teatro...
R. Sí, teatro. Los grandes comunicadores que tenemos la suerte de realizar un programa como el de Iñaki Gabilondo o el mío, aparte de que tengamos que defendernos como periodistas o comunicadores, debemos ser un poco actores. Y yo creo que domino un poco la escena. Yo creo que hubiese sido un gran actor si la radio no me hubiese abierto las puertas. Un gran actor de radio. Un gran actor de teatro radiofónico.
P. O sea, que usted se ve en un papel.
R. Sí, a veces tienes que interpretar. En seis horas y media hay tiempo para todo. Y a veces en la lectura de un correo, en la pregunta que le haces a un político, en el comentario que te viene a cuento en ese momento, depende del tono de las noticias, puedes hacer teatro o no. El teatro te permite trasladar al oyente el mensaje. Trasladarlo mejor. Mucho mejor.
P. "Mejor" quiere decir emocionalmente.
R. Claro.
P. Y ese personaje, Luis del Olmo..., ¿qué se diría de él en una acotación rápida?
R. A mí me han escuchado las mamás de los ochenta y las niñas que tienen hoy 18.
P. Las hijas de las madres que...
R. ... que tanto amé. Eso mismo. Ja, ja. No, yo lo que capto cuando me pierdo por ahí en nuestra geografía, y la gente me trata con tanto cariño..., la idea que tienen de Del Olmo es la de un buen chico. Un poco seco, un poco feo, pero buen tipo. Ése es el personaje y a él me debo.
P. Usted ha ganado mucho dinero con esto.
R. Bueno...
P. Lo ha ganado. Pero lo que yo quiero preguntarle es si se puede seguir siendo periodista cuando uno gana tanto dinero.
P. Es que ahí no se cuenta toda la verdad. En los últimos años yo he firmado formidables contratos porque por fin he podido hacer el programa que he querido. Para hacer el programa ese, yo he tenido que contar con los mejores tertulianos, con las plumas más cotizadas, con las opiniones más importantes, los mejores montadores, los mejores guionistas. Y he tenido que pagarles. Yo les he pagado. Yo, no la casa.
P. Ya se descuenta...
R. Yo vivo muy bien, y mi familia también, con el dinero que gano, desde luego. Pero tampoco se dice que yo he invertido buena parte de lo que he ganado comprando emisoras. He invertido en radio. Se dice: "A Luis del Olmo le han dado emisoras". Bueno, no me han dado las emisoras que creo merecería como profesional de la radio, pero... Bueno: me han dado cuatro, pongamos. Pero el resto las he pagado yo. Y me han costado muchos millones. El dinero me ha afectado positivamente para... bueno, el dinero siempre afecta positivamente.
Veterano, hábil y próspero
LUIS DEL OLMO (Ponferrada, 1937) nació hace casi diez mil programas, y cumplir esa cifra es para él una obligación de la naturaleza. No hay un suceso en la España de los últimos treinta años donde no se oiga su voz. Una de esas voces superdotadas que parecen funcionar al margen de su propio dueño, arrinconándole, y hasta dejándole en evidencia. En el largo camino de tres décadas, su programa matinal ha estado en el origen de las grandes transformaciones del medio. Él, por ejemplo, hizo entrar a la gente en la radio, y, sobre todo, convirtió la tertulia en un género. Naturalmente, en el origen de esas y otras innovaciones participaron diferentes colegas; pero fue su adopción por Protagonistas la que las convirtió en novedad y en historia.
Luis del Olmo fue durante muchos años la estrella de la radio pública española, y después, un hábil y próspero empresario que supo administrar su influencia con Gobiernos diversos y que entendió muy bien hasta qué punto un programa de audiencia masiva podía vertebrar una cadena. También en eso fue de los primeros. La próxima temporada se estrena en Punto Radio, la nueva emisora ligada al grupo Vocento.
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