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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Tiziano Terzani, reportero y escritor

Tiziano Terzani, fallecido a los 65 años el pasado miércoles cerca de Florencia, fue reportero. Habría que escribirlo con mayúsculas y repetirlo una y otra vez -reportero-, porque de su estirpe ya pocos quedan en la digitalizada sociedad mediática de nuestros días.

Nacido en Florencia en 1938, jurista y sinólogo de formación, desde 1972 trabajó de corresponsal en Asia del semanario alemán Der Spiegel, los diarios italianos Corriere della Sera, La Repubblica, y el semanario L'Espresso, entre otros. Estuvo en la caída de Saigón, en los orfanatos de la Madre Teresa de Calcuta, en el Pekín maoísta, en los más recónditos monasterios tibetanos. "Me fascinó la profesión de periodista, que para mí se convirtió en una forma de vida, porque me dio la oportunidad de estar siempre en primera línea, hacer las preguntas más impertinentes, vigilar a los poderosos, y luego contarlo todo", resumiría en 2001. En total, fueron 25 años de reporterismo, siempre lo más cercano posible a los hechos, siempre respaldado por un medio potente, siempre incómodo. Una distinción: exasperadas por su independencia, las autoridades chinas lo expulsaron del país en 1984.

Asia lo atrajo porque andaba "en busca del otro" y quería cono-cer "un mundo desconocido", pero a medida que pasaron los años, ese "otro" se fue difuminando en el cada vez mayor conocimiento de estas sociedades. Vivió en Singapur, en Hong Kong, en Pekín, en Tokio, en Bangkok y en Nueva Delhi. Escribía en alemán, en italiano y en inglés, y sus textos -recopilados también en libros como Un adivino me dijo (2003)- fueron publicados en muchas grandes cabeceras. En retrospectiva, Terzani contó como pocos otros el vertiginoso cambio social -no siempre a mejor- que Asia experimenta desde hace tres décadas.

Por oficio, todo corresponsal hace de mediador entre los mundos, pero pocos se lo tomaron tan en serio como él. Tras el 11 de septiembre de 2001, aún bajo el impacto de las imágenes televisivas, se sentó a escribir una advertencia acerca de lo que se venía encima. Las Cartas contra la guerra fueron un apasionado y a veces polémico intento de evitar aquel enfrentamiento frontal con el fundamentalismo islamista por el que abogaba no sólo George W. Bush, sino también la periodista italiana Oriana Fallaci. Antes que nada, recordó Terzani, hay que comprender los motivos del otro. Y ser respetuoso con las demás formas de ver el mundo. "Sostengo que en Occidente no tenemos ni el monopolio sobre la cultura, ni el monopolio sobre la dignidad de la mujer, ni el monopolio sobre la sabiduría", subrayó.

Harto de las inevitables reiteraciones y los corsés estilísticos del periodismo, Terzani ya en 1997 se había retirado de la profesión. "Ahora paso la mayor parte de mi tiempo en el Himalaya y disfruto no tener horario distinto al de la naturaleza. Allí donde vivo -a dos horas en coche y a una hora a pie de la población más cerca-na- no hay ni teléfono, ni electricidad. He dejado de leer los periódicos, incluso cuando viajo a Europa. Las historias se repiten. Siempre tengo la sensación de que hace años ya leí todo esto, pero de mejor calidad", contó en una entrevista de 2002.

Entre los libros que escribió cabe destacar La liberación de Saigón; Buenas noches, señor Lenin, y En Asia.

Enfermo de cáncer, vestido siempre de blanco y con una frondosa barba, hubo quien lo dio por extraviado en el reino de las alucinaciones. Pero Tiziano Terzani estaba completamente lúcido. Eso sí, que nadie le pidiera recetas mágicas: "Yo sólo tengo preguntas. Y dudas sobre aquellos que en su tonta arrogancia creen saber cómo ha de ser el futuro de la humanidad".-

Tiziano Terzani.
Tiziano Terzani.AP

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