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Columna
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Contubernio

La cosa tiene delito. Y grave. Resulta que el presidente de las Cortes, Julio de España, convoca una cena en su casa de Alicante a la que asisten un grupo de parlamentarios del PP y altos dirigentes del partido. Y en esta reunión se decide organizarle un plante al presidente Camps por parte de los diputados allí presentes. Plante consistente en no asistir a la sesión plenaria del pasado martes en la que el Consell iba a presentar un ambicioso plan de inversiones, considerado como una de sus principales iniciativas. A la cena asistió, también, el jefe político de los amotinados, el ínclito señor Zaplana, quien concedió el vist i plau a la maniobra forjada en aquel conciliábulo y que se llevó a cabo de la forma acordada y en el día señalado. Pero, ¿en qué país vivimos? ¿Qué país es éste en que el presidente de la institución que representa la voluntad popular ofrece su domicilio para que en el mismo se organice la rebelión de unos parlamentarios, acción que supone un desprecio al Parlamento que él preside? Conocida la maniobra, De España, en nota distribuida a la prensa, ha dicho lo siguiente: "Me parece intolerable que alguien diga que cenas privadas en mi casa, que realizo cuando quiero y con cierta frecuencia, sirven para planificar algún tipo de estrategia. Me parece una inmoralidad. Confío en que al menos no se sobrepasen las más mínimas normas de dignidad, decencia y respeto a la privacidad". ¿Inmoralidad, dignidad, decencia, respeto a la privacidad? Pero ¿qué dice este hombre? Hablando de respetos, quien en primer lugar necesita el respeto de todos, en una democracia, es el Parlamento, en nuestro caso, las Cortes Valencianas. El respeto de todos y, especialmente, el de su presidente. Una institución como nuestras Cortes no se puede presidir con mentalidad de gobernador civil del antiguo régimen. Ya pasó la época en que el "poncio" de turno se podía reunir con sus camaradas para organizar la comisión de todas las tropelías que se les antojaba sin que nadie pudiese recriminarles nada. Aquel tiempo pasó, y hoy vivimos en democracia. Bueno, vivimos pero... de aquella manera. Con políticos del PP como estos del contubernio alicantino no es para saltar de gozo. En fin...

fburguera@inves.es

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