'Lobby'
Dicen que Rajoy anda loco por librarse de Aznar. Y que consulta por ahí, a los amigos de confianza. ¿Qué debo hacer?, cuentan que le preguntó hace días, en Valencia, a Francisco Camps; y parece ser que Camps le dijo que poco podía ayudarle pues ya bastante tenía él con su Aznar propio, que es Eduardo Zaplana. Te comprendo, debió contestarle Rajoy, pero en todo caso lo que no debemos olvidar es que el futuro del partido somos tú y yo, añadió el gallego, porque ellos ya son el pasado. ¿También Zaplana?, debió preguntar Camps entonces, y parece que Rajoy le dijo que sí; que probablemente sí. O que no.
Porque a Rajoy quien le preocupa no es Zaplana, sino Aznar y sus desatinos últimos, cosa rara en hombre que parecía tan severo y sereno, tan austero y corredor matinal. Rajoy quiere ver a Aznar entretenido y lejano, y el otro día caviló con Camps posibles soluciones. La primera fue el regreso de Aznar a su puesto en la Inspección Tributaria en Logroño, por aquello de volver al punto de partida. Como si fuera de nuevo joven, dicen que precisó Rajoy, y no hubiera querido nunca ser político, ni tampoco gran hombre, sino solo cursillista de cristiandad, y dedicarse al apostolado seglar, a todo eso.
Camps fue más allá y se dice que aventuró que Aznar debería entrar en religión. Con hábito y todo, y al cuidado de ese amigo suyo que tiene en Silos, el padre Clemente. Ponerse el hábito y luego a pasear por el claustro, junto al ciprés famoso. Hablar allí con la divinidad y con las hermanas ardillas. Y si eso no le gusta, dicen que repuso Rajoy, siempre cabe la posibilidad de que se presente a la alcaldía de Quintanilla de Onésimo.
Luego se sosegaron los dos, Camps y Rajoy. Estamos inventando cosas absurdas, debieron reconocer. Y de ahí ya pasaron a ser más realistas, y fue cuando se les ocurrió que Aznar y Zaplana podían fundar un bufete de influencias para gestionar medallas y parques temáticos. Incluso barruntaron el nombre de la agencia, muy llamativo y moderno, también muy de principio y final: AZ & ZA.
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