_
_
_
_
Entrevista:Chano Domínguez | PANORAMA DEL JAZZ ESPAÑOL

"No irás lejos si sólo tocas el repertorio de los músicos de Nueva York"

Diego A. Manrique

Cabeza de fila de los pianistas que transitan por los caminos del jazz con maneras flamencas, Chano Domínguez desarrolla una carrera en varios frentes, tanto dentro como fuera de España.

Tiene una de las agendas más apretadas del jazz español, aunque asegura que pierde menos tiempo ahora, cuando se desplaza desde Barcelona, su actual ciudad de residencia. Como los maestros del ajedrez, Chano Domínguez (Cádiz, 1960) juega regularmente partidas simultáneas. Está defendiendo Acoplados, el disco de coplas con big band hecho al lado de Martirio, pero también se le pudo ver interpretando con Rosa Passos el Cant dels ocells en la apertura del Fórum barcelonés, ante un auditorio de 3.500 autoridades: "Tuve luego la oportunidad de charlar con Zapatero y aproveché para pedirle que materializara sus palabras de apoyo a la música cuando todavía no era presidente del Gobierno. No es que tenga muchas esperanzas, los políticos cambian cuando tocan poder. Pero su mujer, aunque es una amateur, me respaldó".

Más información
Un sonido mestizo en medio de todo

Y los proyectos internacionales. "Por encargo de Venus, una compañía japonesa, he hecho Con alma, un disco de trío con músicos americanos tocando unos cuantos standards y sus equivalentes latinos, como La tarara o No me platiques más. El productor insiste en que yo soy más jazzman de lo que yo mismo me creo (risas). Está luego De Caí a New Orleans, una suite muy flamenca que me pidió Wynton Marsalis para tocarla con la orquesta del Lincoln Center. Se estrenó el pasado año, con arreglos de Lluís Vidal, y se grabará en 2005. Al menos, eso quiero cerrar con Wynton, cuando vaya a Nueva York para tocar una temporada en un club que abren ahora". Los tiempos, explica, son más largos en el mundo del jazz.

Ya debe saber Chano lo que músicos y públicos foráneos ven en su piano. "Creo que reconocen unas melodías, unas formas jazzísticas pero tocadas con claves flamencas; es lo suyo pero a mi estilo. Siempre digo que soy un autodidacta que creció bebiendo Coca-Cola y escuchando a la Niña de los Peines, algo que parece raro pero que yo siento natural. Después de todo, soy cuchichí, tengo sangre paya y gitana. Lo mío son las aleaciones. Y la mínima inteligencia para comprender que no irás muy lejos si te dedicas a tocar el mismo repertorio y del mismo modo que hacen los músicos de Nueva York, que tienen la ventaja de cien años de tradición. Si no vendes tu diferencia, te condenas a la cola del pelotón".

Ese reconocimiento, fuera

y dentro, debe entenderse dentro del reconfortante proceso de consolidación de la escena jazzística española: "Los festivales, aunque al principio no contaran con el producto nacional, dejan un poso. Pero lo realmente importante son los clubes que programan regularmente y, sobre todo, las escuelas de música. Hay cantera. No, no me atrevería a dar nombres, es más una sensación. Sé que los de ahora son músicos más preparados que nosotros. Yo era un ignorante hasta que en Sanlúcar, en 1984, se hizo un seminario con unos músicos americanos que nos explicaron el lenguaje, la nomenclatura, la forma de escuchar, la técnica del jazz. Jamás me olvidaré de Bill Dobbins, un pianista que en una semana me enseñó lo suficiente para tirar toda una vida. Hasta entonces, yo era un rockero [había tocado con el grupo CAI] que quería llegar al jazz sin tener ni un mapa de carreteras".

Chano mira con benevolencia la avalancha de pianistas flamencos de los últimos tiempos: "Me suelen enviar los discos dedicados, así que algo habré tenido que ver. Es cierto que se ha dado un salto gigantesco desde los días de José Romero, Arturo Pavón y, con perdón, Felipe Campuzano. De todos modos, lo que ahora abundan son los pianistas que, desde el flamenco, quieren hacer sus pinitos en el jazz. A riesgo de generalizar, creo que deberían ser más bilingües. Veo más interesantes las aproximaciones de los jazzeros, como George Colligan, un neoyorquino que ahora compone por alegrías, tocando además maravillosamente. También es bueno perder prejuicios; los músicos españoles estamos tocando El toro y la luna, Mi carro y otras canciones que son clásicas nuestras y pueden tener tratamiento jazzístico. Y la copla, claro. Tengo entendido que Rafael de León era un enamorado de los standards y es cierto que sus composiciones se prestan a las lecturas en jazz".

El músico Chano Domínguez.
El músico Chano Domínguez.PRADIP J. PHANSE

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_