Pionera de una leyenda

Como en su día la jornada de Inglaterra, la versión castellana del libro del estadounidense Garrett Mattingly ha sido una empresa ill-fated, un empeño aquejado de fatalidad. Publicada en su versión original en 1959 con el título de The Defeat of the Spanish Armada, Grijalbo la lanzó al mercado hispanohablante dos años después, pero la censura franquista prohibió su difusión, pese a las cautelas del editor, que había cambiado el título por el más aséptico de La Armada Invencible y había incluido un prólogo en el que se curaba en salud con asombrosas aseveraciones sólo comprensibles en el contexto de la época: "El lector español no debe olvidar que el autor de este libro es de religión protestante y como tal adversario nato de la imperial y católica política de nuestros grandes monarcas de la casa de Austria".

Pues bien, el excelente prólogo a la actual edición española, escrito por uno de nuestros mejores especialistas, aparece firmado en 1985, es decir, veinte años atrás, por lo que su valoración de la obra no puede tener en cuenta la profunda revisión del acontecimiento realizada en 1988, al calor del cuarto aniversario de los hechos, ocasión en que aparecieron una serie de magníficos estados de la cuestión, como los debidos al propio Carlos Gómez-Centurión y a la colaboración entre Colin Martin y Geoffrey Parker, y algunas obras fundamentales, especialmente un nuevo libro de Carlos Gómez-Centurión y el modélico estudio de José Luis Casado Soto, que, aportando abundante documentación inédita y ampliando los puntos de vista más allá de los meros planteamientos políticos y religiosos, rectificaron algunos de los tópicos que habían venido manejándose durante cuatro siglos.

Sin embargo, hay que decir que el libro de Garrett Mattingly ha sido durante treinta años la mejor monografía disponible sobre la materia, gracias a sus muchas virtudes, como son la profusa utilización de fuentes originales (exhumadas en archivos españoles, ingleses, franceses, holandeses e italianos), la constante ponderación de sus juicios y la calidad de su prosa narrativa, que confiere una gran amenidad a la lectura. Y también se puede añadir que algunas de sus afirmaciones se han visto corroboradas por los estudios renovadores que se han venido sucediendo desde entonces. Primero, el autor ya adelantó que el episodio de la Armada había tenido unas consecuencias limitadas para el futuro de la marina española, entre otras cosas porque (como hoy sabemos) se puede hablar de fracaso del proyecto de invasión de Inglaterra, pero no tanto de derrota militar, ya que a España volvieron las tres cuartas partes de la flota, y singularmente casi todos los barcos de guerra y los mercantes armados ibéricos. Segundo, la imagen de un inexperto duque de Medinasidonia cede ante la realidad de una impecable actuación tanto en las cuestiones admnistrativas como en la dirección de las operaciones: "Cabe asegurar que nadie, en su caso, habría mejorado su acción". Y tercero, el valor positivo que el éxito inglés tuvo para la causa protestante estribó más en los ecos emotivos que despertó que en los efectos materiales de la confrontación bélica: "La leyenda de la derrota de la Armada española llegó a ser tan importante como el hecho en sí. Y hasta quizá más importante aún".

Sea, por tanto, bienvenida, esta definitiva edición castellana de una obra clásica, aunque nos llegue a destiempo, cuando nuestros conocimientos sobre la Armada Invencible han progresado sensiblemente gracias a la labor investigadora de las últimas décadas. En todo caso, podemos reconocerle su carácter de obra pionera y su indudable valor como trabajo bien hecho por un historiador prudente y concienzudo.