Diversidad religiosa
Es un acontecimiento que el IV Parlamento de las Religiones del Mundo se haya celebrado en Barcelona entre los días 4 y 14 de este mes, en la sede del Fórum. La presencia allí de miles de líderes espirituales, procedentes de 75 países y pertenecientes a cientos de creencias, ha sido un mensaje, muy necesario en España, de multirreligiosidad y pluralismo. La idea de que un posible choque de civilizaciones tiene en la religión el principal caldo de cultivo -y no en los sistemas de injusticia y explotación o en el sufrimiento humano causado por la pobreza- queda desmentida con este tipo de eventos. Pero sigue siendo válida la declaración final del III Parlamento de las Religiones, en 1993: no habrá paz entre naciones sin paz entre religiones, y no habrá paz entre las religiones sin diálogo de las religiones.
Es la primera vez que el parlamento multirreligioso se celebra en un país europeo. España está necesitada todavía de este tipo de demostraciones. En los mismos días, numerosos púlpitos mediáticos católicos han arreciado en sus críticas al Gobierno por negociar con las religiones protestante, musulmana y judía el desarrollo de unos acuerdos de cooperación que ahora disfruta en exclusiva la Iglesia católica. Frente a la vieja idea, sostenida aún por muchos políticos, de que el Estado debe mantener su maridaje con la Iglesia católica como única religión verdadera -"la sociedad perfecta", se decía en el Concordato de 1953-, se alza la imparable multirreligiosidad dibujada en este encuentro.
Es cierto que los españoles están en su mayoría bautizados como católicos, pero también lo es que la práctica religiosa ha descendido y que aumentan los fieles de otras creencias o los no religiosos. Cierto es también que el Estado, por mandato constitucional, está obligado a tener relaciones de cooperación con la Iglesia católica, pero también que ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los especialistas contabilizan 10.000 religiones en el mundo. Desde los cristianos, que están en cabeza con el 33%, hasta los baha'i, con menos del
0,1%, aunque 6.000 de ellos en España, son muchas las que tienen una sólida presencia en nuestro país. Y todos ellos merecen respeto y un trato no discriminatorio en un Estado democrático y no confesional.
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