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Columna
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La derecha

Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid, ha declarado que "la 'cerrazón' de la segunda legislatura de Aznar no fue buena para el PP. El partido está cambiando hacia el diálogo que piden los españoles". Unos días antes, Mariano Rajoy se permitió replicarle al mismísimo Aznar advirtiéndole: "Quien manda ahora, en el partido, soy yo". Aznar había declarado que "la reforma de la Constitución es el mayor error imaginable", precisamente cuando Rajoy acababa de mostrarse a favor de estudiar esa reforma si la proponía el PSOE. O sea, que en el PP, quieren centrarse. No quieren ser la derecha sino el centro. Quieren desvincularse de Aznar, quien, por lo visto, se había "escorado" demasiado a la derecha. ¡Y qué derecha! Claro que en el PP valenciano la cuestión es bien distinta. No se trata tanto de "centrarse" como de "deszaplanizarse" o seguir "zaplanizado". Éste es el problema. Las recientes elecciones para elegir los compromisarios que formarán la representación valenciana en el próximo congreso nacional del PP, han puesto de relieve la división interna del partido entre seguidores de Zaplana y los partidarios de Camps, actual presidente de la Generalitat. Lo que preocupa a la militancia activa del PP del País Valenciano, y sus mandos intermedios, no es si se centran o descentran sino quién ha de mandar en el partido a la hora de repartir prebendas: Camps o Zaplana. ¿Cuál de los dos es más de derecha o más de centro? No creo que esto les importe mucho. Cabría pensar que un signo de diferenciación entre uno y otro pudiera ser, por ejemplo, su grado de valencianía, su sentido "patriótico" valenciano, para entendernos. Y en ese aspecto, hay uno que ha demostrado que su grado de valencianía se encuentra rozando el cero. Me refiero, claro está, al ex presidente, quien su paso por la política valenciana lo ha utilizado sólo como trampolín para su ascenso personal al cielo madrileño. No ha sido, no es, un verdadero "patriota". Sin embargo tiene muchos seguidores en el partido. Lo que significa que el grado de valencianía en un político es un valor que importa bien poco a amplios sectores del PP, es decir de la derecha valenciana. Cosa que ya era bien sabida.

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