Miguel Iborra
Soy de Aspe, aunque vivo en Valencia desde hace 20 años. Conocía a Miguel Iborra, el alcalde de Aspe recientemente fallecido, de forma superficial desde hacía algunos años. Hace unas semanas le escribí para mostrarle mi preocupación por una plaga de procesionaria que asolaba uno de los parajes más emblemáticos de Aspe, aunque presupuse que difícilmente me contestaría -quizá tengo demasiados prejuicios respecto a los políticos-. Para mi sorpresa, Miguel reunió toda la información de que disponía el ayuntamiento sobre este problema, me llamó cuatro veces a Valencia y, cuando justo una semana antes de su muerte al fin logró dar conmigo, me propuso ir a ver la plaga sobre el terreno durante las vacaciones. Cuando le di las gracias por su interés se despidió diciéndome que era él quien tenía que darme las gracias por mi preocupación. No sé de nadie que, de una forma tan anónima y tan desinteresada -ni siquiera estoy empadronado en Aspe- mostrara tanto amor por su labor al servicio de los ciudadanos. Miguel Iborra era un buen político y un buen hombre. Descanse en paz.
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