El asesinato de un periodista en Rusia, vinculado a los oligarcas
Los colegas de Klebnikov creen que su muerte está relacionada con su trabajo en 'Forbes'
El asesinato del periodista estadounidense de origen ruso Paul Klebnikov, director de la edición rusa de la revista Forbes, ha conmocionado a Rusia. Vladímir Vasíliev, el presidente del Comité de Seguridad de la Duma Estatal o Cámara baja del Parlamento, informó ayer a los diputados sobre las circunstancias de la muerte de Klebnikov, que fue tiroteado por unos desconocidos el viernes por la noche en Moscú al salir de la Redacción.
El periodista, bajo cuya dirección se confeccionaban las listas de los hombres más ricos de Rusia -los oligarcas-, recibió tres impactos de bala y falleció en el hospital antes de que los médicos pudieran comenzar a operarlo. Klebnikov pisaba "un campo minado", aseguró ayer Ígor Yakovenko, secretario general de la Unión de Periodistas de Rusia. "Los intentos de investigar el patrimonio y la actividad de nuestros magnates resulta una profesión muy peligrosa. A los círculos de negocios rusos les gusta la oscuridad en la que trabajan", dijo Yakovenko, quien cree que el asesinato de Klebkikov está "indudablemente relacionado con sus actividades profesionales".
Contra Klebnikov dispararon al menos nueve balas desde un automóvil y a una distancia de entre 10 y 15 metros cuando salía de la sede de Forbes en el norte de Moscú. Al menos tres dieron en el blanco: una en el estómago, otra en el pecho y una tercera en el brazo derecho. La ambulancia lo llevó al Hospital Clínico Nº20 y allí murió en la sala de ingreso antes de que pudieran operarlo.
Antes de morir, Klebnikov dijo que no conocía al hombre que había disparado contra él y que no sabía la razón por la que querían matar, dijo Alexandr Gordéyev, director de la versión rusa de Newsweek, que habló con él antes de fallecer. Leonid Bershidski, editor de Forbes y Newsveek en ruso, aseguró que Klebnikov no realizaba ninguna investigación periodística desde febrero y que no estaba escribiendo "nada sensible".
Mark Franchetti, su colega del Sunday Times, con quien cenó el lunes en Londres, declaró al The Washington Post que Klebnikov estaba entusiasmado con volver a Rusia y "particularmente interesado en escribir historias positivas" sobre el país. Sólo le comentó sobre un artículo en el que estaba trabajando: un reportaje de color que trata del choque cultural entre los rusos y los ingleses en la empresa mixta TNK-BP (Compañía de Petróleo de Tiumén y British Petróleum).
La policía, después de interrogar a los testigos, está buscando a tres hombres: los dos presuntos asesinos y el chófer. Pero el asesinato también pudo haber sido obra de una sola persona, ya que un hombre dijo haber visto cómo el coche se acercaba, bajaba la ventanilla de la puerta delantera izquierda y el mismo chófer efectuaba los disparos. Para matar a Klebnikov se usó probablemente una pistola-ametralladora. La policía ya ha encontrado el vehículo desde el que atentaron contra el periodista.
Enemigo de Berezovski
Borís Berezovski, el oligarca ruso buscado por la justicia rusa y exiliado en Londres, opinó ayer que Klebnikov pudo haber sido asesinado por "su arbitrariedad en el manejo de los datos". "Por experiencia propia puedo decir que trataba los hechos con negligencia, lo que quedó en evidencia en los tribunales ingleses", comentó Berezovski. El magnate ruso se querelló contra Forbes por un artículo de Klebnikov, escrito en 1996, en el que éste lo trataba de "cabecilla del mundo del crimen" tras el cual hay "un reguero de cadáveres". Finalmente, Berezovski ganó el juicio el año pasado. "Inventaba muchas cosas, y por lo visto alguien se enfureció por ello", señaló.
Klebnikov, de 41 años, escribió los libros El padrino del Kremlin, historia del saqueo de Rusia, sobre Berezovski; y Conversaciones con un bárbaro, sobre sus diálogos con el checheno independentista Hozh-Ahmet Nuhaev, que fue jefe de contraespionaje de Chechenia bajo el rebelde Dzhojar Dudáyev.
"Paul era un magnífico reportero: valiente, enérgico, siempre curioso", declaró Steve Forbes, presidente y editor jefe de la revista en la que Klebnikov trabajaba desde 1989.
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