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LA CRÓNICA
Columna
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PP y PSOE a la greña por las células madre

Las innovaciones científicas, sobre todo las que se producen en torno a las ciencias de la vida y específicamente a la medicina regenerativa, vienen provocando controversias e intransigencias en el universo social y religioso más conservador. La clonación o la investigación con embriones suscita condenas y graves conminaciones, muy coherentes, por otra parte, en quienes asocian, o poco menos, la manipulación de células madre con fines terapéuticos y el infanticidio masivo. De creer algunos discursos beatos, en los laboratorios se liquidan bebés con la misma saña que focas en el Ártico. Por fortuna, la inercia del progreso es imparable y, con el tiempo -esperemos que poco- los reaccionarios de hoy acabarán encontrando la coartada ética para asumir lo ineluctable, esto es, los avances para atajar o remediar las enfermedades hoy incurables.

El fenómeno sucintamente descrito no ha de sorprendernos por lo conocido y reiterado a lo largo de la historia. Sí es chocante -y penoso-, en cambio, que sea un Gobierno socialista el que haya exigido a la Consejería de Sanidad de la Generalitat que interrumpa las investigaciones que se están llevando a cabo en el Centro Superior de Medicina Regenerativa. Unos trabajos en células madre realizados por el investigador Carlos Simón y su equipo que, como ha sido divulgado estos días, alumbraron dos descubrimientos altamente valorados por la cofradía científica internacional. Un episodio que habría de haber provocado un jubiloso volteo general de campanas (laicas, claro) ha sido, por el contrario, causa de un conflicto administrativo, partidario y deprimente.

Por lo visto, y al decir de la ministra del ramo, Ana Salgado, esta investigación auspiciada por el Gobierno valenciano no encaja en la ley vigente, que, paradójicamente, es la promulgada por el PP cuando gobernaba. Y la ley, dice ella, hay que hacerla cumplir, aunque no guste. En la Andalucía de signo socialista, por cierto, como alguien ha evocado ahora, se aplicaron a la investigación con células madre sin atenerse a ninguna normativa.

Desde Valencia, los populares han replicado que todo está legalmente en orden y, a mayor abundamiento, movilizan a las autonomías políticamente fraternas para que le apoyen en una causa que, presuntamente, ninguna de esas comunidades habría abanderado con tal de no topar con la Iglesia y con su propia militancia menos evolucionada. Sería asombroso que estas comunidades autónomas regidas por el PP promoviesen simultáneamente investigaciones en células madre poniéndose -y poniéndonos- en la vanguardia mundial de la investigación biomédica, ya que no por saberes y recursos financieros, sí por voluntad y entusiasmo.

Como es evidente, por lo publicado y sabido, estamos ante un sainete en el que los actores principales se han intercambiado los papeles por sus conveniencias partidistas, pero no han engañado a nadie. En todo caso, sólo han perjudicado a terceros. En punto a investigaciones con células madre, el PP tendrá que abundar en las pruebas para demostrar que persiste en el empeño y que su acoso al científico Bernat Soria sólo fue un error, y no la obsecuencia ante un código moral y eclesiástico. Por su parte, el PSOE, y su ministra Elena Salgado, está obligada a dejar claro que su interés prioritario es la investigación y no la pulcritud legalista, el burocratismo o la saña contra el adversario. De otro modo, se confirmarían de nuevo las sospechas de que entre ambos partidos sólo hay matices, y a menudo, ni eso.

Por desgracia, estos rifirrafes no se agotan en sí mismos. Lo noticia de un progreso biomédico, por leve que sea, afecta a miles de pacientes de enfermedades degenerativas esperanzados ante el menor atisbo de progreso. Hemos visto la cantidad de asociaciones de enfermos y familiares que se han apresurado a alentar las investigaciones con células madre embrionarias, por encima y al margen de las querellas políticas. Frustrar sus expectativas por un quítame allá esta paja leguleya revela la calaña y madurez de nuestro estamento político. Y dos palabras para Joan Ignasi Pla, líder del socialismo valenciano: una vez más, es el pupas damnificado por las decisiones de Madrid. ¿Cómo ha de explicar esta prohibición de la ministra?

10 a 0

No se necesitaban atributos proféticos para anticipar que el presidente Francisco Camps, a pesar de su pálido carisma, acabaría por llevarse el gato al agua y dominar en el PP valenciano. Con Eduardo Zaplana absorbido por sus nuevas fronteras políticas, sus leales no podían hacer otra cosa que rendirse a quien manda o inmolarse en la pira de la lealtad, como algunos pocos que se obstinan en el sacrificio. El próximo congreso del partido, pues, será un paseo militar para el presidente in pectore, aunque no gane -ni le conviene- por 10 a 0, que pronostica el alcalde de Xàtiva. Pero, ¿para qué quiere una tan rotunda victoria?

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