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Bruselas aprueba el plan de Alstom que contempla la venta de su planta de Valencia

Alemania reclama que sus empresas sean tratadas en pie de igualdad en el futuro

La Comisión Europea y Francia cerraron ayer el acuerdo que permite la decidida intervención de París en la reestructuración del gigante industrial Alstom. A cambio del socorro con fondos públicos, la empresa francesa deberá someterse a un estricto programa de desinversiones, incluidas las de sus instalaciones en Valencia, y de establecimiento de alianzas con terceros. Alemania, que vio en mayo a Alstom repudiar los avances de Siemens, señaló ayer que espera que sus empresas sean tratadas en pie de igualdad a la hora de establecer potenciales asociaciones industriales al este del Rin.

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El plan anunciado ayer en Bruselas oficializa lo tratado en las últimas semanas entre los servicios de Mario Monti, el comisario europeo responsable de Competencia, y los de Nicolas Sarkozy, el influyente ministro francés de Economía, Finanzas e Industria. Alstom se salva, pero debidamente reducido en tamaño y ambiciones, y forzosamente abierto a asociaciones con terceros, en las que no tendrá la mayoría. Esos terceros, además, no podrán estar controlados en todo o en parte por el Gobierno francés. París, encima, deberá abrir a la competencia su mercado de equipamiento ferroviario, en el que Alstom gozaba de un trato de privilegio.

El nuevo Alstom quedará reducido en una tercera parte, después de que a los recortes ya realizados del 20% en el volumen de negocio se añada otro 10%, valorado en unos 1.600 millones de euros. En ese reglón entran la fabricación de locomotoras de Valencia (400 empleos), actividades de transportes en Australia y Nueva Zelanda y otras actividades por concretar y valoradas en 800 millones.

A cambio de estos repliegues, el Estado francés acudirá a una ampliación de capital de 700 millones de euros que aumentará de 1.500 a 2.200 millones el de la sociedad y del 18,5% al 31,5% la participación pública en el grupo. No obstante, el Gobierno deberá ceder estos intereses en un plazo máximo de cuatro años. Ése es el lapso de tiempo clave para Alstom, que deberá usarlo para buscar una o más alianzas industriales en sectores significativos de la actividad del grupo, en especial energía y transporte. Serán asociaciones con "compromisos estructurales y estratégicos", según quiere Bruselas, no alianzas coyunturales para hacer frente a determinadas oportunidades. Y en tales asociaciones Alstom no estará en condiciones de imponer sus criterios.

Siemens se interesa

El anuncio de Bruselas coincidió con la comunicación en París de buenas perspectivas de negocio para el grupo en el actual ejercicio 2004-2005. El trimestre abril-junio, primero del año, se cerró con órdenes por valor de 3.941 millones de euros, en la parte alta del margen previsto por los analistas.

"Las importantes desinversiones, la apertura del mercado y las medidas de reestructuración permiten el restablecimiento de sólidas condiciones de competencia", dijo Monti en un comunicado, en el que, naturalmente, no se citaban nombres de potenciales terceros. No obstante, la exigencia de establecer asociaciones hizo volver los ojos hacia Siemens, interesado en el negocio de locomoción de Alstom y rechazado como eventual socio en mayo, por el temor de París a ser dominado industrialmente por Alemania. La firma germana se limitó a comentar que iba a estudiar su futura estrategia y analizar con detalle las condiciones del pacto entre Monti y Sarkozy.

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