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Columna
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Arte preso

José Luis Ferris

Acabada la guerra civil española, el Reformatorio de Adultos de Alicante, así como el resto de prisiones del territorio nacional, se fue llenando hasta el límite de sus muros de reclusos vinculados en mayor o menor medida al bando perdedor. Entre la población penitenciaria (un escalofriante hervidero humano) se hallaban, como bien es sabido, intelectuales, artistas y poetas de sino trágico. Tenemos noticia de muchos versos escritos en la penumbra de una celda entre la miseria y la angustia, pero poco o nada conocíamos del abundante material gráfico que muchos pintores pergeñaron sobre un mal papel, con lápices elementales y frente a un pelotón de presos abatidos por la condena y la desesperanza, ante el rostro de un compañero que será probablemente fusilado con el amanecer o una imaginada estampa de niños que juegan al veo-veo con la libertad más allá de las rejas.

Retratos, escenas carcelarias, dibujos coloreados para Carmen y Ricardillo o estampas religiosas para redimir la pena conforman la valiosa colección que estos días se exhibe en el palacio de la Diputación de Alicante gracias a la gestión y al rescate llevados a cabo por el Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert. Una cadena de contactos que nace en Paco Agramunt y que conduce directamente a Ricardo Fuente Caamaño, hijo del ilustrador y catedrático de Dibujo del Instituto de Alicante Ricardo Fuente Alcocer, ha hecho posible que una colección extraviada en el tiempo, dormida en carpetas durante más de sesenta años y de la que muy pocos tenían conocimiento, salga felizmente del letargo.

Ahora, la generosidad de Ricardo Fuente (ese niño que nació y pasó los primeros meses de su vida en una celda, junto a su madre), unida a la de aquel padre encarcelado que realizó espléndidos retratos y recogió del olvido otras obras condenadas a perecer (dibujos y acuarelas de Gastón Castelló, Melchor Aracil, González Santana o Abad Miró), ha volado en pedazos el silencio de los muros y nos ha puesto delante, a nuestra altura humana, aquel arte preso que es ahora sustancia en libertad, canto fecundo.

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