Las obras del metro
En estos días y con motivo del cierre por obras de las líneas 3 y 2 (media línea), el Gobierno de la Comunidad de Madrid está realizando una campaña televisiva, con la que pretende convencer a los viajeros sobre las molestias ¿inevitables? causadas por las obras. Cualquier viajero o trabajador del metro es consciente de que toda obra es causa de incomodidad. Este reconocimiento no implica que debamos consentir muchos de los hechos que rodean a estas obras y todas las que se realizan habitualmente en el metro, y ningún anuncio logrará maquillar lo más mínimo ese comportamiento empresarial.
Empecemos por los trabajadores de la maraña de contratas que operan. La única semejanza entre los que aparecen en el anuncio y la realidad es que están currando: las condiciones de trabajo, de seguridad y salud son tan dispares como relacionar un desierto con una estación de metro. La limpieza, la señalización y la protección de las zonas de paso junto a las obras, como podemos ver en una estación cualquiera (sirva de botón la de Pacífico), prácticamente brillan por su ausencia y no, como en el caso del anuncio, por el lustre. Pero, en fin, qué podemos esperar de una empresa que ha permitido prestar servicio en las estaciones con sistemas de seguridad inoperativos (como el sistema contraincendios) y sin medidas alternativas provisionales.
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