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Reportaje:

Entre vendas y ambulancias

Una treintena de niños saharauis reciben un curso de primeros auxilios

En el campamento de refugiados de Tinduf (Argelia) no hay nada más que tierra y piedras. Ni electricidad ni agua potable. Una ambulancia puede impresionar a muchos de sus habitantes, más aún a los niños. Ayer, una treintena de estos menores saharauis, que están en Rivas-Vaciamadrid pasando el verano, pudieron comprobar en propia piel lo que supone estar en una ambulancia. Pero sólo de visita.

Las instalaciones del Servicio de Urgencia Médica de la Comunidad, Summa 112, se convirtieron en un colegio improvisado durante unas horas. Niños de entre 8 y 13 años paseando en la sala de pantallas, en la que se reciben las llamadas de urgencia; en las ambulancias; manejando guantes y vendas. Estaban allí para recibir un curso de primeros auxilios.

Divididos en grupos, los chicos asistieron a una charla sobre asistencia sanitaria básica. Les explicaron cómo actuar en caso de accidente. También realizaron ejercicios prácticos con camillas, vendas y maniquíes.

"De mayor quiero ser médico", comentó Jadeia, de 13 años, que por quinto verano consecutivo pasa las vacaciones con Pilar y Manolo -"mis padres de aquí", dice- en Madrid, y que ayer volvía por segunda vez hasta las instalaciones del Summa 112. "Aquí nos enseñan lo que tenemos que hacer si hay un accidente, y vemos cómo son las ambulancias por dentro", explicaba en un fluido español la chica, amante de "la playa de Benidorm".

Los técnicos de emergencias sanitarias resolvieron con paciencia cada una de las preguntas de los pequeños, que sobre todo se mostraron interesados en ver el interior de los vehículos de emergencia. "¿Para qué sirve esto?", preguntaba un travieso Mohamed miemtras abría uno de los compartimentos con medicinas de una ambulancia. "¿Dónde están las luces?", añadía otro chico, deseoso de accionar el interruptor para verlas destellar. "¿Y esta cosa?", interrogaba un pequeño con un succionador en ristre. En la zona de los garajes del Summa 112 los chicos hicieron de enfermos y de personal sanitario. Se pusieron los cascos protectores, accionaron la sirena, accedieron por todas las puertas del vehículo y bromearon entre ellos: "Yo he hecho de enfermita", relataba Fatimetu, de 11 años, a una amiga.

Los niños estuvieron acompañados por sus padres de acogida, y también por el consejero de Sanidad y Consumo, Manuel Lamela. Cuando regresen a sus casas, dentro de dos meses, sabrán cómo curar una quemadura o solventar un atragantamiento.

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