La arquitectura como motor de la economía en la sociedad del conocimiento
¿Cómo se puede transformar el conocimiento urbano y arquitectónico de Barcelona y Cataluña para participar de forma activa en la sociedad del conocimiento? ¿Pueden la arquitectura y el urbanismo ser un nuevo motor de la economía?
1. El éxito de los Juegos Olímpicos fue el éxito de sus deportistas. También fue el éxito de una ciudad que tenía un modelo urbano que exportar. Este modelo se nutrió, de forma cuidadosamente pensada, de conocimiento y proyectos locales, y de forma ocasional (y en muchos casos inteligente), de referentes internacionales. A los arquitectos locales esta situación les permitió, en el mejor de los casos, utilizar esta plataforma para su posterior proyección internacional en la década de los noventa y comenzar a exportar sus servicios, acompañados de ingenierías y empresas de servicios. Para las nuevas generaciones, cada vez que actuamos en el exterior somos parte de una marca anteriormente creada que algunos tratamos de reforzar y actualizar.
Hoy en día, en el ámbito local la situación es totalmente diferente. Los políticos y quienes dirigen la arquitectura local han decidido, más que nutrirse de nuevos conocimientos y renovar su compromiso con los profesionales locales, confiar en las franquicias arquitectónicas como manera ya no de generar conocimiento, sino de atraer turistas. Asistimos a un proceso de deslocalizacion arquitectónica, pues la importación de franquicias no genera nueva economía ni conocimento propio. No se puede exportar Ghery, Rogers o Nouvel, porque otras ciudades ya lo han comprado antes. Arquitectos franceses y holandeses que hoy exportan aquí sus servicios fueron en su día apoyados de forma rotunda según una estregia predefinida por sus gobiernos. Asimismo el modelo urbano es clave para las empresas de productos de diseño asociadas a la construcción de la ciudad (mobiliario, elemento de diseño, ingenierías, etcétera), que siempre acompañan (y el caso inglés es paradigmático) a las firmas de arquitectura que representan un modelo. Su economía depende de la imagen que transmite su ciudad.
Propongo, por lo tanto, que el apoyo a la arquitectura local de calidad en proyectos emblemáticos de la ciudad sea una cuestión clave para la proyección cultural, social y económica de ésta.
2. Respecto a la educación, gran parte del éxito americano en el mundo en las últimas décadas ha tenido que ver con la filiación intelectual de decenas de dirigentes sociales y económicos por haber estudiado allí. Esta cuestión también afecta a la arquitectura y el urbanismo. Importantes universidades, como la de Harvard, el MIT y la de Columbia, ejercen una importante influencia a la hora de ordenar las ciudades y el territorio en todo el mundo. En China, Corea y demás países asiáticos esta influencia es evidente. Sin embargo, una vez construidas unas ciudades y unas infraestructuras de influencia americana, en los últimos años asistimos a un peregrinaje a Barcelona y otras ciudades europeas de dirigentes políticos y empresarios a la búsqueda de cualificar sus ciudades, en muchos casos sin identidad. La cuestión es: ¿se podría invertir esta situación si los dirigentes (arquitectos, urbanistas, etcétera) estudiaran en Barcelona o hubieran tenido una formación superior en la ciudad? Desde luego que sí. La partida urbana se juega en la actualidad en los países de economías emergentes en Asia, en el Este de Europa, en África y en Suramérica, que deberán desarrollar sus ciudades y su territorio en las próximas décadas. Desde mi punto de vista, habría que hacer un especial esfuerzo por atraer a estudiantes de estos países a Barcelona para realizar estudios de master y posgrado.
3. Pero la educación, aun siendo importante, no es suficiente. La investigación siempre se realiza en torno a las materias que son claves para la economía con el fin de manifestar y ejercer un liderazgo. Para ello hay que crear centros específicos al respecto. Porque la investigación no es educación. La investigación genera otro tipo de relaciones y de economías en torno a ella. Investigar no es la fase final de la educación, sino que necesita una actitud diferente, un entorno diferente, socios diferentes y un propósito diferente. Desde mi punto de vista, no sólo hay que construir bien (que hay que hacerlo) y no sólo hay que pensar a corto plazo. Cuestiones como la nueva vivienda social, la relación entre ciudad y naturaleza, y la ciudad discontinua, claves de nuestro tiempo, no tienen un corpus en el que basarse, por eso hay que crearlo mediante la investigación. Hoy la investigación ya no sólo es pública, sino que empresas, instituciones y grupos sociales asumen este papel como posicionamiento cultural, tecnológico y científico, realizando una labor clave para el desarrollo de un país.
Por ello, Barcelona y Cataluña deben impulsar y reforzar la investigación en torno a un conocimiento clave para su futura economía, como es la arquitectura y la ordenación del territorio, en tantos centros y grupos como se vean capacitados para ello, como ocurre en otras disciplinas.
Cuando asistimos a un proceso de deslocalización, propia de la era industrial, propongo el desarrollo de una estrategia que dé valor al know-how local en torno a la construcción de la ciudad y del territorio, el fomento de la educación internacional y la implantación de una política de investigación para impulsar la arquitectura como un motor local de la economía en la sociedad del conocimiento. Piensa local y actúa global.
Vicente Guallart es arquitecto y premio Ciutat de Barcelona por el proyecto Media House.
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