Sorpresa

Sin poner en entredicho la liberta de prensa ni el derecho de crítica de los periodistas, haciendo uso de mi libertad de opinión, no puedo ocultar mi sorpresa ante el artículo sobre el presidente Prodi en el periódico que usted dirige, por tres motivos:

1. Su referencia a Libia me parece parcial, y no sólo a la luz de lo ocurrido con posterioridad, sino también porque fue precisamente un periodista de EL PAÍS el que siguió el desarrollo de esta acción del presidente y la trató en artículos muy elogiosos. A juzgar por el artículo de ayer, su periódico parecería también ignorar la visita de Gaddafi a Bruselas. No voy a entrar en las ventajas políticas y económicas obtenidas por España como resultado de la apertura a Libia preconizada por Prodi (corresponde a las autoridades españolas hablar o no hablar sobre esto) ni el hecho de que meses más tarde más de un

jefe de Gobierno se desplazó a Libia, pero es indudable que los hechos refutan la tesis del artículo de que fue una metedura de pata.

2. Sin "Penélope", la Convención no habría tenido ni el espíritu ni el impulso para cerrar su cometido de la excelente manera en que lo ha hecho. Era lo que pretendía "Penélope", y el resultado está ahí. En Bruselas es bien conocido entre los miembros de la Convención. No me consta que Penélope haya sido repudiada por Ulises; en cualquier caso, es de universal conocimiento que en ningún pasaje de La Odisea se ha podido prescindir de ella.

3. Con posterioridad a la entrevista sobre el Pacto de Estabilidad, la Comisión presentó una propuesta de flexibilización que fue inicialmente rechazada, pero después recogida en su práctica totalidad en las conclusiones del Consejo Ecofín. Luego, tras la crisis, una propuesta del presidente Prodi fue asumida por el Consejo de Tesalónica y más tarde se convirtió en la "Iniciativa de Crecimiento". Puede que se haya olvidado, como se ha pasado por alto, que el de Prodi fue el único intento serio de salvar un Pacto en peligro de salir malparado del encontronazo entre rigoristas y países con problemas presupuestarios. Cosa que el Consejo Europeo de la semana pasada reconoció, pero que lamentablemente ocurrió cuando el Consejo Ecofín no aprovechó la oportunidad hace dos años.

Así pues, y sin merma del respeto que tengo por su periódico, como podrán atestiguarle sus representantes en Bruselas, considero que el artículo en cuestión no es objetivo, que presta oídos acríticos a posiciones partidistas que carecen de fundamento y que se limita, en resumidas cuentas, a dejarse llevar sin suficiente espíritu crítico por ciertas corrientes de moda.