_
_
_
_

Moratinos quiere sacar la diplomacia española de su torre de marfil

La reforma prevé nuevos métodos de reclutamiento y mayor cercanía al ciudadano

"La diplomacia vienesa y cortesana debe ser cosa del pasado. Hemos estado en una especie de turris eburnea [torre de marfil, en latín] que nos ha alejado de la sociedad. Hoy en día un diplomático debe ser un coordinador y un intermediador entre los numerosos agentes de la acción exterior, ONG, empresas, universidades, sindicatos...". Melitón Cardona resume así el sentido de la reforma del servicio exterior que le ha encomendado el ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos.

Como presidente de la comisión especial creada por el Consejo de Ministros del pasado 25 de junio, Cardona -un diplomático que ha sido cónsul general en Moscú y subdirector general de África-, tendrá que dirigir la elaboración de un informe al Gobierno en el plazo máximo de un año. Todos los ministerios, menos el de Vivienda, se han apresurado a designar representantes en esta comisión, de 18 miembros.

Pero aunque haya aspectos de la reforma que atañen a distintos departamentos -a Trabajo, por ejemplo, el régimen laborar del personal contratado en el extranjero, o a Justicia, la legislación sobre tratados internacionales-, el ministerio más concernido es, sin duda, Exteriores. Cardona entiende su tarea como un catalizador para superar los numerosos anacronismos que contiene su propia casa, sin incurrir en competencias superfluas ni rivalidades inútiles con otros ministerios, generalmente mejor dotados, presentes en la acción exterior española. No se trata, en concreto, de volver a plantear la unificación de los diplomáticos con los técnicos comerciales del Estado, porque el asunto se considera superado.

A Cardona sí le preocupa, en cambio, y Moratinos comparte totalmente su inquietud, el sistema de ingreso en una carrera que, según se ha señalado muchas veces, tiende estructuralmente a una cierta endogamia por dos motivos: la gran valoración de los idiomas en las oposiciones de ingreso, lo que favorece de modo natural a los hijos de diplomáticos, y el alto coste de una formación específica para la que no existen becas y que, como media, viene requiriendo cinco años adicionales de estudio al posgraduado.

La propia Escuela Diplomática, con sus rutinas y sus exámenes temáticos, que, una vez superados, otorgan automáticamente la condición de funcionario, resume todo el anacronismo de un sistema de reclutamiento que, en opinión del presidente de la comisión para la reforma, "no hay servicio exterior que se lo pueda permitir".

Poca cultura informática

"Se sigue estudiando la hipoteca naval, pero no técnicas de negociación, ni de gestión de personal o de gestión económica. No se valoran las capacidades prácticas", añade Cardona, que se pregunta: "¿Se puede ser diplomático, por mucho que se sepa del Tratado de Utrecht, sin tener cultura informática, ni siquiera a nivel de usuario?". Sólo un 20% del personal de Exteriores supera hoy esa prueba.

El encargado de la reforma propondrá un examen de "aptitudes y actitudes para puestos diplomáticos" que daría acceso a un año de funcionario en prácticas, tras el cual llegaría la aceptación o el rechazo definitivo del candidato.

Otros dos ejes fundamentales de la renovación son el técnico y el económico. En el primer aspecto, está previsto que se falle en julio el concurso para el desarrollo de una intranet, una red internacional cerrada que facilitará el acceso a la información por parte de todo el personal y dará a Exteriores la estructura menos jerárquica que necesita en un mundo abierto, donde tiene que demostrar rapidez y eficacia para resolver demandas sociales concretas.

El proyecto tiene un presupuesto de 18 millones de euros, logrados por Ana Palacio en su etapa de ministra, y en él compiten empresas como Telefónica, France Télécom y la alemana T Online.

Otro eje de la reforma será la optimización de unos recursos muy limitados. Exteriores tiene un presupuesto casi idéntico al de RTVE. "Con la diferencia de que el nuestro incluye las aportaciones de España a los organismos internacionales y de que no podemos tener déficit", precisa Cardona.

La primera tarea que se plantea en ese sentido es una gran reestructuración de embajadas y consulados. "¿Hemos de seguir teniendo 17 embajadas en África? ¿Por qué no cargar algunas a los presupuestos de cooperación, como hace Suecia? ¿Se corresponde nuestro mapa de consulados con el de los flujos turísticos? Hay cientos de millones de chinos que quieren venir a España, pero no tenemos capacidad de gestionar sus visados". Demasiadas preguntas que afrontar en 12 meses, aunque el encargado de la reforma piensa que tal vez le sobre tiempo.

Moratinos, ayer en Beirut, con el primer ministro libanés, Rafik al Hariri.
Moratinos, ayer en Beirut, con el primer ministro libanés, Rafik al Hariri.REUTERS

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_