"Las redacciones se han vuelto demasiado silenciosas"
Josep Pernau (Lleida, 1930) iba para maestro e incluso llegó a ejercer, pero un día vio un anuncio de la Escuela Oficial de Periodismo de Barcelona y se decidió, quizá porque sentía curiosidad por todo. El primer susto se lo llevó en la inauguración del curso. Juan Aparicio, entonces director general de Prensa y director y fundador de la escuela (eran los primeros años cincuenta del siglo XX), explicó a los alumnos cuál era su concepto de periodismo: "Como una sardana tiene que ser el periodismo español: todos dándonos las manos, ejerciendo armoniosamente, con ritmo y compás, con gracia y jovialidad, nuestra profesión al servicio de España". El joven Pernau no se arredró y antes de acabar los estudios ya tenía trabajo en El Correo Catalán.
"Auger se llevó la mano al bolsillo de la americana y sacó una pistola"
"Durante un año tuve la sensación de que tenía el cadáver de Franco en mi mesa"
Casi 50 años en el periodismo, 26 en tareas de gestión y 23 "de periodista", y continúa con su columna Opus Mei en El Periódico. Una larga experiencia profesional que hace interesantísimo el libro que acaba de publicar: Memòries. D'Arbeca a l'Opus Mei (La Campana). Con ironía y humor, también críticamente, relata su larga trayectoria y repasa lo que ha sido la prensa diaria en Barcelona durante el último medio siglo.
Pernau dedica los primeros capítulos a su infancia, adolescencia y primera juventud, de lo que resulta un excelente retrato de la guerra y la posguerra. El libro incluye fotografías, la más impresionante es la de su padre muerto, en un bombardeo en Lleida en 1937. Junto a él, su madre llorando. La foto fue hecha por Centelles. Nunca quiso escribir sobre ello. "No me pareció correcto hablar del dolor de una familia cuando tantísimas sufrieron lo mismo. Además, mi madre cada vez que veía la foto se desmontaba. Pero ahora, al hablar de mi vida...".
El periodista ha recorrido seis diarios y una revista. Empezó en El Correo Catalán en 1954 y estuvo 10 años. "Fue el inicio de mi profesión con todo lo que ello comporta. Teníamos una doble censura, la oficial y la eclesiástica, porque era un periódico confesional". Luego, Tele-exprés. "Empecé cuando nació, en 1964. Fue apasionante. Fue el primer diario de empresa que apareció en Barcelona después de la guerra". El director era Andreu Avel.lí Artís, Sempronio, que fue destituido fulminantemente por el entonces director de Información y Turismo, Manuel Fraga. Cuenta el periodista en el libro que se utilizó el chantaje: uno de los financieros del diario, Jaume Castell, había aportado dinero para la película Campanadas de medianoche, de Orson Welles. La película debía concurrir al Festival de Cannes bajo firma española, pero para ello debía tramitarlo el ministerio. Fraga dijo sí, pero a cambio de la cabeza de Sempronio. Castell accedió. "Aún ahora siento vergüenza", dice Pernau.
De Tele-exprés pasó a Diario Femenino. "Parecía seguro que Manuel del Arco iba a ser el director y yo no me entendía con él, así que cuando Jaume Arias me ofreció ir al nuevo periódico, acepté. Luego resultó que el director de Tele-exprés fue Manuel Ibáñez Escofet, gran amigo mío desde los tiempos de El Correo. Me equivoqué, pero sólo estuve un año".
Un nuevo reto le esperaba: el Diari de Barcelona, el Brusi, donde estuvo desde 1969 hasta 1977. "Con él pasé del franquismo puro y duro a la transición a la democracia. Cuando murió Franco yo era el director. Teníamos un diario mortuorio preparado desde hacia un año, desde cuando tuvo la tromboflebitis en 1974. Hice guardar el plomo de la composición y las pruebas me las llevé a mi despacho. Durante un año tuve la sensación de que tenía el cadáver de Franco en mi mesa".
Pernau fue, explica, el primer periodista que se enteró de la muerte del dictador. "Juan Antonio Samaranch, que era presidente de la Diputación, había organizado una especie de servicio de vigilancia. Creo que había sobornado a alguien del equipo médico habitual. Me avisaron a las cuatro de la madrugada y fui al diario. Tres cuartos de hora después llegó la primera información, de Europa Press". La aventura del Brusi, que para Pernau fue fascinante por los tiempos que le tocó vivir y por el equipo profesional que tenía, acabó como el rosario de la aurora. Tras varios cambios de accionariado, se hizo con el diario el empresario José María Santacreu. "Quería un diario fraguista y yo no. Me despidió".
La siguiente etapa fue la revista Destino, cuando "la dejó Baltasar Porcel". El propietario era Jordi Pujol. "Ya me avisó de que quería quitársela de encima. La compró El Noticiero, donde estaba un hijo de José María Porcioles, que quería imponer a los colaboradores. Le dije a Pujol que así no íbamos a ninguna parte. Me dio una indemnización y me fui".
Pernau llegó a Mundo Diario cuando éste se estaba hundiendo. "Fue terrible. Al mes de mi llegada ya no se pagaba o sólo se pagaban pequeñas partes. Lógicamente, había asambleas cada dos por tres. El equipo, joven, era muy bueno y ahora casi todos están en puestos relevantes". Sebastià Auger, el empresario, "era un megalómano". "Creó un imperio faraónico, tenía cuatro publicaciones, una editorial, distribuidora, imprenta... pero lo hizo todo con los pies. Se pulió la fortuna de su mujer".
Auger cerró el periódico, pero con la esperanza de volver a abrirlo. Pernau recuerda una reunión terrible, por la noche, en el Ritz, a la que asistieron los directores y gerentes de los diferentes medios. "Esperaba una llamada de Tarradellas que, según decía, le aseguraría un crédito. Pero no llegaba y él estaba cada vez más nervioso. Javier Quintana, en quien tenía más confianza, le dijo: 'Esto se ha acabado. Afrontémoslo con valentía. Hemos perdido'. Auger se llevó la mano al bolsillo de la americana, sacó una pistola y la puso en la mesa. Sabíamos que no iba a pasar nada, pero nos llevamos un susto de muerte".
El periodista es muy crítico con muchos empresarios de prensa. "Eran empresarios de otras cosas, desde coches hasta banqueros. Invertían en prensa por otras cosas, por vanidad o por poder. Tener un periódico no es cómodo. Hay llamadas, presiones. Los empresarios de prensa de verdad aguantan y los otros se cansan, se van y dejan colgados a los trabajadores".
Despedido del Brusi, de Destino se tuvo que marchar, luego la agonía de Mundo diario... Pernau acabó agotado. "Nunca más haré nada de gestión, me dije, ni seré responsable del trabajo de otros. Y así nació mi columna, Opus Mei". Curiosamente, de El Periódico, donde ha estado 23 años hasta su jubilación hace dos, es del que menos habla en su libro. "Porque es la normalidad, y esto en nuestro oficio no es noticia".
Quedan muy lejos los tiempos del Correo, cuando Pernau recorría los hoteles de Barcelona en busca de personajes para entrevistarlos. El periodismo ha cambiado mucho. "Las redacciones se han vuelto silenciosas porque tienen que atender a la tecnología". ¿El futuro? "No soy adivino. Creo que ante el exceso de información, los reportajes se concentran en los domingos y a mí me parece que deben publicarse también en los otros días, como complemento de la información. Bien trabajados, con buena pluma. Eso es lo que crea adhesión y adicción a un periódico, y es una manera de resistir frente a la prensa gratuita. La prensa gratuita jamás tendrá adictos".
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