Ocupados por vacaciones
Los expertos aconsejan actividades para el verano que combinen el descanso con otras formas de aprender
Las vacaciones no tienen por qué significar un alto en el aprendizaje de los alumnos. Al revés, hay que buscar actividades que prolonguen su formación sin arruinarles su necesario descanso. El verano es una buena ocasión para que las familias incrementen el contacto con sus hijos, hagan actividades juntos, repasen con ellos las asignaturas del curso o les instruyan en otros aprendizajes.
Pero muchos padres no saben qué hacer con ellos. Ni con los que han suspendido, ni con los que han aprobado. Se quejan de que las vacaciones son demasiado largas. En esto coinciden muchos pedagogos y profesores: tres meses sin hacer nada es demasiado tiempo. La desconexión con el estudio es tal, que en septiembre a muchos alumnos les cuesta dios y ayuda volverse a enganchar a los libros.
Las actividades pueden servirles para aplicar lo aprendido durante el año
Cada niño debe trabajar en verano según su ritmo de aprendizaje en el curso
Pero no todos los niños tienen que hacer las mismas actividades en verano. No hay una receta común. "Cada uno debe trabajar según el ritmo de aprendizaje que ha llevado durante el curso: si ha sido muy exigente y cómo ha respondido él a esa exigencia", señala la catedrática de Psicología Evolutiva de la Educación de la Universidad Complutense, María José Díaz-Aguado.
"Los que han ido bien deben hacer un parón en vacaciones. Pero los que no han podido cumplir con los objetivos mínimos de su aprendizaje escolar tendrán que hacerlo en vacaciones. Y aquí es el momento de que los padres reflexionen cuál ha sido el problema para que el alumno haya ido mal durante el curso con el objetivo de que no se vuelva a repetir", agrega esta especialista.
Pero es importante que el fracaso escolar del niño no se convierta en la única conversación familiar. "Los padres han de consensuar con el niño cómo va a ser su calendario de trabajo durante el verano y no estar todo el día hablando de lo mismo", señala Díaz-Aguado.
Otros expertos indican que los padres cuyos hijos han suspendido deben ayudarles a que comprendan "qué estan estudiando y las razones por las que estudian cada cosa".
En cualquier caso, los alumnos necesitan descansar en vacaciones, compensar las exigentes rutinas, demasiado repetitivas, que se han dado en el curso. No hay que preocuparse porque pierdan el ritmo de estudio, si van bien. "Durante el año escolar tienen poco tiempo para jugar, para ser ellos mismos los que decidan qué actividades quieren hacer. Y el verano debe tener ese carácter de compensación en función de los recursos de cada familia", señala Díaz-Aguado.
En este sentido habla el catedrático de Didáctica y Organización Escolar de la UNED, Antonio Medina. Durante las vacaciones, "se trata de trabajar con un esfuerzo controlado y un descanso equilibrado que permita a los chicos crear situaciones de realización personal y satisfacción, sin confundirlo con un espacio nuevo de trabajo".
La lectura para las vacaciones estivales es la apuesta principal de los expertos. Los especialistas aconsejan que los padres compren los libros con sus hijos, y que sean ellos los que elijan los que más les gusten y estén relacionados con sus aficiones. Es bueno, por ejemplo, que los chavales se acostumbren a leer por la mañana o a la hora de la siesta. Lo ideal es una hora diaria, pero otra alternativa es que se lleven el libro encima, para leer en la playa o en la piscina. Los padres pueden establecer un plan de lectura, por capítulos o páginas.
Además, los especialistas recomiendan que padres e hijos lean juntos. De esta manera pueden comentar los textos, aportar ideas sobre lo que han leído, apuntar distintos puntos de vista... El objetivo último es que disfruten. "No es adecuado que el niño tenga que cumplir un calendario de actividades, a no ser que él mismo quiera hacerlo. Tiene que ser un tiempo lúdico e interesante", señala Díaz-Aguado.
Pero también se pueden hacer otro tipo de actividades. Por ejemplo, que los niños salgan al campo con un diario en el que escriban qué es lo que ven: hormigas, plantas, árboles. "De esa forma mantienen las rutinas escolares de observación y análisis. Hacen esquemas, describen cómo es el paisaje que tienen alrededor...", señala Díaz-Aguado.
Antonio Medina propone otro tipo de actividades en las que puede participar toda la familia. "Los niños deben aprovechar el verano para disfrutar del mundo y de la naturaleza que les rodea. Pueden utilizar una simple cámara y fotografíar aquello que les llama la atención y después acompañar esas imágenes con un texto que lo explique".
Porque los expertos insisten en que es aconsejable que los alumnos busquen cosas que hacer que les sirvan para descubrir qué es lo que han aprendido durante el curso escolar. "Por ejemplo, si visitan una catedral, los niños deben recordar lo que han estudiado sobre las catedrales en el colegio para reelaborar lo que están viendo y dotar así de un nuevo sentido lo que aprendieron en clase", señala Medina. Es una buena manera de que los progenitores se den cuenta de si sus hijos poseen herramientas para adquirir conocimiento y aprender. Todo con vistas a la puesta a punto del próximo curso.
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