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El cardenal deja la diócesis de Barcelona dividida en tres

La archidiócesis de Barcelona quedó dividida en tres desde que entró en vigor el decreto papal el 15 de junio. La carta del nuncio apostólico que comunicaba la decisión del Vaticano también estableció los límites territoriales de las tres subdivisiones. Pese a ello, queda mucho camino por recorrer hasta que los nuevos obispados estén en pleno funcionamiento y seguramente el proceso no se completará en años.

Uno de los pasos más complicados será la división de los bienes inmuebles de la antigua diócesis entre las tres demarcaciones resultantes. Para ello se ha creado una comisión en la que participan tanto miembros del colegio de consultores como abogados laicos o representantes de los nuevos obispados.

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Nuevas catedrales

De momento, ya se ha confirmado cuáles serán las catedrales de las nuevas diócesis: la iglesia del Santo Espíritu en Terrassa y la basílica de Sant Llorenç en Sant Feliu. Para su ascenso no hará falta ningún rito especial; bastará con un decreto que exprese la voluntad del Vaticano de declarar catedral la iglesia en cuestión. Ambos templos mantendrán sus parroquias.

Más complicado resultará buscar edificios donde instalar la administración de los nuevos obispados: el Santo Espíritu y Sant Llorenç no tienen capacidad suficiente para albergar a la curia ni a los servicios pastorales y, pese a que lo ideal sería que la administración de la diócesis se situara lo más cerca posible de la catedral, no será tarea fácil encontrar un edificio adecuado, ya que los centros urbanos de las dos ciudades están congestionados. Teniendo en cuenta las dificultades económicas de la iglesia catalana, probablemente se adaptará un edificio ya existente a los usos de la administración diocesana en vez de construir uno nuevo.

Un canonista de la curia barcelonesa destaca que, pese que Carles ha vivido en el palacio episcopal durante los 14 años que ha estado al frente de la archidiócesis de Barcelona, no existe obligación alguna de que el obispo habite en las dependencias del arzobispado. Es práctica común que una institución religiosa le ceda como residencia algunas habitaciones o un ala de su convento.

En cuanto Sistach, Sáiz y Cortés tomen posesión, una de sus primeras tareas será la organización de la curia diocesana: deberán nombrar un vicario general, que les ayudará en el gobierno del obispado, designar al canciller secretario que dará fe a sus decretos y confirmar a los cargos diocesanos y parroquiales. Los nuevos obispos tendrán también que estudiar los asuntos de administración de justicia y constituir los consejos económico, presbiterial y pastoral.

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