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TRASPASO DE PODER EN IRAK | La violencia

La resistencia iraquí recrudece su ofensiva

Una oleada de ataques coordinados en el centro y el norte del país causa cerca de 100 muertos

Ángeles Espinosa

Una oleada de ataques coordinados de la insurgencia dejó ayer cerca de 100 muertos, entre ellos tres soldados estadounidenses, y tres centenares de heridos en todo Irak. Comisarías, edificios públicos y puestos militares se convirtieron en blanco de la ira de una alianza cada vez más borrosa entre desafectos políticos y fanáticos islamistas. Baquba, Faluya, Ramadi, Mosul, Mahawil y Bagdad vivieron una jornada de violencia que constituye el mayor desafío a las fuerzas de ocupación desde el pasado abril. Los portavoces militares trataban de mantener la calma y aseguraban que la situación estaba bajo control, pero muchos iraquíes empiezan a pensar que el infierno es un lugar muy parecido a su país.

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Los asaltos casi simultáneos se iniciaron al amanecer, después de las primeras plegarias del día. En Baquba, a 50 kilómetros al noreste de Bagdad, los insurgentes iniciaron su ofensiva contra una patrulla militar norteamericana y una comisaría, según informó un portavoz de la 1ª División de Infantería. Allí se produjeron los combates más feroces. La emboscada contra los soldados estadounidenses acabó con la vida de dos de ellos y dejó a siete heridos. Los insurgentes llegaron a tomar brevemente una segunda comisaría y destruyeron la casa del jefe de la policía.

La aviación respondió lanzando tres bombas de 250 kilos contra una posición insurgente cerca del campo de fútbol. "La aviación resulta muy espectacular, pero les aseguro que los ataques desde arriba guiados por láser resultan más precisos y causan menos daños colaterales que la artillería", aseguró un mando militar. Después empezaron a llegar informaciones de acciones similares en Faluya y Ramadi, en la provincia de Al Anbar, al oeste de la capital, donde la aviación lanzó otras cinco bombas.

El mayor número de víctimas, 66 muertos (entre ellos un soldado estadounidense) y más de 200 heridos, se produjo en Mosul, 350 kilómetros al norte de Bagdad, donde al menos cinco coches bomba crearon el pánico. La academia de policía, tres comisarías y el hospital Al Yumhuri fueron los objetivos. El gobernador declaró el toque de queda y la televisión local pidió a la gente que permaneciera en sus casas para evitar riesgos y facilitar el trabajo policial.

Abortar el traspaso

"Hemos visto una serie de ataques similares en Baquba, Ramadi y Faluya entre las cinco y media y las siete de la mañana. Sospechamos que se tratan de ataques coordinados aunque sea de manera informal; un par de llamadas para quedar en el día y la hora", decía este responsable militar desde el anonimato. "Están tratando de demostrar a los iraquíes que son capaces de abortar el traspaso de soberanía y conseguirán un titular, pero [el primer ministro Iyad] Alaui ya ha declarado que no se va a dejar intimidar". La fuente reconocía la gravedad de lo ocurrido pero sostenía que todo estaba bajo control.

A primera hora de la tarde, el fuego alcanzaba Bagdad. Un hombre armado con un maletín se dirigía contra un puesto de control conjunto de soldados estadounidenses y guardias civiles iraquíes en el barrio de Al Dora y se hacía saltar por los aires, llevándose consigo a cuatro agentes locales. Al menos otros seis guardias civiles y un soldado norteamericano resultaron gravemente heridos. Era el quinto ataque de envergadura en la capital después de que los insurgentes atacaran cuatro comisarías con morteros, granadas y fusiles. Según un comunicado militar estadounidense, la policía respondió al fuego de los atacantes y defendió las instalaciones sin apenas ayuda de las fuerzas de la Coalición. Durante el resto del día no dejaron de oírse disparos de fusiles y armas automáticas en diversos puntos de la ciudad.

El alto responsable militar citado anteriormente atribuía los ataques a grupos leales a Sadam. "Si hay que ponerles una etiqueta, diría que son obra de los antiguos Fedayín de Sadam y de ex militares y miembros del Baaz", afirmaba sin aportar datos. Sin embargo, los hechos no concuerdan en Baquba, donde los atacantes plantaron banderas negras en los tejados de los edificios asaltados y llevaban en sus frentes cintas amarillas con la inscripción Saraya al Tawhid ual Yihad (Brigadas del Monoteísmo y la Guerra Santa), referencia que les vincula al grupo de Abu Musab al Zarqaui, que a principios de esta semana decapitó al surcoreano Kim Sun-il y un mes antes al estadounidense Nick Berg.

Residentes en Baquba contactados por teléfono relataron que las Brigadas habían distribuido unos panfletos en los que se les instaba a obedecer "las órdenes de la resistencia" si no querían exponerse a la muerte y la destrucción de sus casas. Los seguidores de Zarqaui, una facción salafista cuya interpretación rigorista del islam está muy próxima al wahabismo que inspira la ideología de Al Qaeda, pedían a los ciudadanos que permanecieran en sus casas porque "los próximos van a ser días de ataques contra las fuerzas de ocupación y los que colaboran con ellas".

"Entramos en unos días de alto riesgo", confió el oficial a los periodistas. "No tenemos una amenaza específica, pero no hace falta ser muy inteligente para pensar que si fuera Zarqaui consideraría un gran plan realizar un ataque suicida contra la zona verde", declaró en referencia al recinto fortificado del centro de Bagdad que alberga a las autoridades de ocupación.

Por su parte, el clérigo radical chií Múqtada al Sáder, que hasta hace unos días dirigía su milicia del Ejército del Mahdi contra las tropas ocupantes en el sur, declaró "la suspensión inmediata de todas sus acciones militares en Ciudad Sáder", en Bagdad, para colaborar en la protección de instalaciones en contra de los "terroristas".

Varios policías iraquíes observan el cráter causado por la explosión de un coche bomba cerca de una comisaría de Mosul, al norte de Irak.
Varios policías iraquíes observan el cráter causado por la explosión de un coche bomba cerca de una comisaría de Mosul, al norte de Irak.REUTERS

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Sobre la firma

Ángeles Espinosa
Analista sobre asuntos del mundo árabe e islámico. Ex corresponsal en Dubái, Teherán, Bagdad, El Cairo y Beirut. Ha escrito 'El tiempo de las mujeres', 'El Reino del Desierto' y 'Días de Guerra'. Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense (Madrid) y Máster en Relaciones Internacionales por SAIS (Washington DC).

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