Todos contentos
Dinamarca y Suecia se exprimen en un choque vibrante y empatan en el último momento a un resultado que les clasificaba
Ni siquiera Hitchcock podía haber pensado un guión semejante. Dinamarca y Suecia firmaron un partido vibrante, lleno de intensidad física y calidad técnica. Libre, en principio, de sospecha. Con dos equipos exprimiendo sus recursos, fieles a sus estilos, refinado el danés, el enérgico el sueco. Ningún motivo para la duda tras la exhibición. Sin embargo, el empate a dos conseguido por Suecia en el último minuto, que clasificaba a ambos, será objeto de conjeturas y debate. Ahora bien, para alguien que presenciara el choque en directo es casi imposible de imaginar el apaño. Fue frenético. Nadie especuló hasta que llegó, eso sí, ese último minuto. Entonces, sí, pero era lógico. Suecia se guardó el balón y Dinamarca ya no quiso ir a buscarlo.
El fútbol brotó a borbotones en el estadio Do Bessa, saludado por una lluvia finísima y bamboleada por el viento que convirtió la noche en una estampa nórdica. Los dioses vikingos Thor y Odín se lo pasaron en grande. Y se cargó de razón el seleccionador sueco, Lars Lagerback, cuando advirtió que la palabra tongo no existe en su idioma. Tampoco debe de existir en el danés. Una de las pruebas fue el duelo tan duro del lateral Edman y el extremo Gronkjaer. Se enfrentaron con tanta fiereza que parecían tener una cuenta pendiente. Gronkjaer estuvo brillante. Y fue decisivo. Se fue al extremo izquierdo en el segundo tiempo y destrozó a la defensa sueca. Del resto se encargó la locomotora Gravesen, que empujó con todo, y el estilista Tomasson, que marcó dos tantos. Entre los tres impusieron la mayor técnica danesa.
Dinamarca puso su juego de altos vuelos sobre el tapete. Valiente, bello y atacante. Muy bien dirigido por Gravesen, que transmitió una gran poderío como medio centro. Impresionó a Mike Tysson cuando el boxeador fue a ver un partido del Everton. Es fácil entender por qué. Su aspecto es temible y su influencia extraordinaria. Buen manejo del cuero con ambas piernas, visión y potencia para repartir. Un Movilla a lo bestia. Claro que juega en el equipo soñado por todo medio centro que se precie: dos extremos excelentes, Gronkjaer y Jorgensen, y un media punta de inteligencia suprema, Tomasson. El delantero del Milan, de 27 años, es uno de los futbolistas del torneo. No sólo desahoga el juego tocando de primeras, sino que dibuja desmarques difíciles de parar porque llega al área siempre por sorpresa. Por buscar un defecto a Dinamarca, su punto débil sería su ariete, Ebbe Sand, en fase crepuscular. Aun así, fue quien sirvió a Tomasson un gran gol, una poderosa volea desde 20 metros que superó a Isaksson ante la fiesta de los aficionados daneses, que poblaban esa grada.
Pero si a Dinamarca le falta un 9, Suecia tiene dos. Y muy buenos. El que sigue en pie pese a sus 34 años gracias a su sabiduría, Larsson, y el que irrumpe con unas tremendas cualidades físicas y técnicas, Ibrahimovic, de 22. Con ellos, la pegada está asegurada. Por arriba resultan casi imparables. Como demostró Larsson en un cabezazo que escupió uno de los postes. Dinamarca había jugado mejor y, sin embargo, Suecia, a la contra, dispuso al menos de iguales ocasiones de gol. Aunque para empatar le bastara un pelotazo largo y la picardía de Larsson. El balón quedó dividido entre Larsson y Sorensen, de forma que el delantero del Celtic corrió más rápido, picó la pelota y el portero lo derribó en su salida. El penalti lo marcó el propio Larsson.
Suecia pasó a controlar el encuentro en el arranque del segundo tiempo. Impuso su condición física. Lo que supuso que Ljunberg participara más, para alegría de sus delanteros. El volante del Arsenal se colocó muy cerca de ellos y entre los tres pusieron la defensa rival patas arriba. En Dinamarca entró Rommedahl por la lesión de Jorgensen, lo que envió a Gronkjaer al extremo izquierdo. Qué más le da. El resultado es el mismo: se pega a la cal y empieza a desbordar y centrar. Su insistencia volvió a meter a Dinamarca en su papel dominante. Y a Gravessen en el de jefe. Su disparo lejano rebotó en la defensa y le quedó muerto a Tomasson, que no perdonó y puso por delante a los daneses. El empate temido por los italianos estaba al alcance. No parecía probable porque Dinamarca estaba más entera, pero... llegó. Una internada, un centro, el balón que se le escapó a Sorensen y el rechace que remachó Jonson, precisamente Jonson, que juega en Dinamarca, en el Brondby, para completar las casualidades. Si hubo un apaño, estos vikingos son unos genios.
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