Trap repite desastre
El seleccionador encarna el segundo fiasco de un equipo que sólo se ha distinguido por la bronca
Ahn Jung Hwan y Zdravko Zdravkov. Son los nombres y apellidos, a años luz de la élite del fútbol mundial, que han certificado los dos fiascos de una selección que lleva dos años de mal en peor. El coreano le marcó un gol de oro a Buffon en la prórroga del partido de octavos de final del Mundial de Japón y Corea de hace dos años. El portero búlgaro, de 33 años, deshechado en una prueba a la que le sometió el Arsenal y que milita en el modesto Litex Lovech, pese a que propició con un nefasto despeje el gol del empate de Perrotta, se convirtió en el muro contra el fue agrandándose la frustración italiana. Marcó Cassano en el cuarto minuto del tiempo de prolongación pero ya era inútil. En Oporto, daneses y suecos habían cerrado el resultado, 2-2, que condenaba a los italianos.
La concatenación de los hechos hizo que fuera más duro el mazazo que recibieron los jugadores italianos que sólo cuando corrían alborozados a abrazarse con sus compañeros del banquillo fueron informados del empate a dos tantos entre suecos y daneses. Cassano pasó del júbilo a la desesperación, cambió el alborozo por el llanto de rabia. Y, junto a él todo el equipo. Pero el tránsito italiano por el torneo tampoco le daba derecho a sentirse víctima de una injusticia mayúscula. Con un juego pobre y conservador, no había logrado más que empatar a cero contra Dinamarca y uno contra Suecia. Un sólo gol como botín en dos partidos mal jugados y en los que quedó patente el conservadurismo rancio de su entrenador Giovanni Trapattoni. La actuación de jugadores, de estrellas como Totti o Vieri no provocó más que críticas y malestar en una afición harta de sufrir con el horrendo juego que ha desplegado su equipo y de las excusas baratas que han esgrimido sus jugadores.
Totti adujo problemas con las botas y las medias tras el empate ante Dinamarca. Y encima fue cazado por una cámara de televisión cuando le soltó un salivazo a Poulsen. Acto seguido, Vieri, presa de su baja forma, escenificó en una multitudinaria rueda de prensa el último de sus continuos enfrentamientos con la prensa italiana. Trapattoni no sólo se mostró incapaz de darle forma a un sistema táctico ganador, algo de lo que siempre presumió. Tampoco supo controlar un vestuario que se le desmandó día sí, día también. Cuando Gattuso no arremetía contra su suplencia, Del Piero sentía celos de Totti o se reabría la polémica por la elección de Corradi, del Lazio, como sustituto de Vieri, en detrimento del joven Gilardino, del Parma, que anotó 23 goles en la pasada campaña, 13 más que los de su rival por el puesto.
"No puedo decir nada. No he podido ver las repeticiones de las jugadas. Tal vez a lo largo de la semana pueda comentar alguna cosa", fueron las primeras declaraciones de Trapattoni sobre el partido entre daneses y suecos. "En nuestro partido, hemos cometido un penalti pero al menos he visto dos en el área de los búlgaros que el árbitro no ha pitado".
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