Calixto Bieito provoca un escándalo en Berlín con su versión de 'El rapto del serrallo'
El estreno de la ópera de Mozart El rapto del serrallo en la Komische Oper (Ópera Cómica) de Berlín en la versión del director teatral español Calixto Bieito resultó la historia de un escándalo anunciado. Algunos espectadores abandonaron la representación horrorizados; otros pocos la interrumpieron con gritos y comentarios; muchos abuchearon al final a Bieito y su equipo, mientras la mayoría vitoreaba y ovacionaba el estreno hasta siete minutos. Las primeras críticas de las agencias alemanas hablan de "orgía de sexo y violencia, mucha piel desnuda y sangre" (DDP).
Bieito y sus libretistas han dado un cambio total al libreto de Mozart, pero el director respetó por completo la música, en una representación sin pausas que duró dos horas y cuarto. El serrallo es un burdel, el pachá Selim es el rufián dueño del prostíbulo y Osmin su brutal ayudante, la española Constanza y su criada inglesa La Rubia son mujeres, tal vez del Este de Europa, presas en el burdel. Constanza atada a una correa evoca de inmediato las imágenes de los iraquíes torturados en Bagdad por las tropas de EE UU. El escenario, creado por Alfons Flores, parece inspirado en la zona roja de Amsterdam, con los escaparates llenos de mujeres. Las cajas de cristal ideadas por Flores contienen mujeres semidesnudas dedicadas a diversas variantes del sexo. Unas cintas sin fin con textos luminosos reproducen citas del libreto original de Mozart y anuncios por palabras del mercado del sexo.
Desde el primer momento, la versión de Bieito plantea una pugna entre la música de Mozart y la puesta en escena con mujeres y hombres desnudos que circulan por el escenario en un ambiente en el que se entremezcla el sexo y la violencia, más la trama digna de una novela negra. Para abrir boca, dos escaparates a ambos lados del escenario muestran a dos mujeres semidesnudas en actitud de espera. La obertura de Mozart se ve acompañada por una trapecista en biquini que se mueve al compás de los acordes. A partir de ahí, el director de la orquesta, el ruso Kirill Petrenko, que se había propuesto ofrecer una música maravillosa como contraste a los horrores de lo que ocurre en la escena, pierde la batalla ante la violencia de las imágenes concebidas por Bieito.
En un momento de la obra, cuando el terrible Osmin disecciona a una prostituta y le corta un pezón, unas docenas de espectadores abandonaron la sala. Los gritos esporádicos de "¡Qué mierda!" arrecian y se suman a ellos los de "¡Esto es un teatrucho!", "¡Que echen al director!", "¡Teatro de colegio!". Una vieja dama indignada grita: "¡La evolución cultural de este país es una vergüenza!". Otro espectador replica: "¡Si no te gusta, vete!". El pachá Selim recita en ese momento una frase tomada de la película El último tango en
París: "Esto es sólo un sueño", que apacigua por un momento el tumulto. La continuación: "Te voy a buscar un cerdo para que te folle y te vomite en la cara...", recibe la réplica de un espectador: "¡Si sale el cerdo que lo follen!".
Al final el público premió con aplausos el extraordinario esfuerzo de los cantantes. Siguieron los aplausos cuando saludó el director de la orquesta. Los abucheos surgieron tras la aparición del director y del escenógrafo, pero las ovaciones y vítores los taparon. Bieito lanzó un beso al cielo que iba dirigido a su padre, fallecido hace un año, y no era un gesto de desafío a los que le abucheaban.
El director general de la Ópera Cómica, Andreas Homoki, se mostraba satisfecho: "Lo mejor de una representación es la controversia". Según Homoki, "en nuestra vida cotidiana hay sexualidad y violencia y la Ópera Cómica trata de dar salida a esa expresión humana. Esto es posible en este teatro y yo estoy orgulloso de ello".
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