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Columna
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Un aplauso

De un tiempo a esta parte Roquetas de Mar y El Ejido compiten con Almería por la capitalidad, aunque sea simbólica, de la provincia. Es cierto que para hacer una reclamación en Hacienda o una gestión en cualquier delegación de la Junta tienes que aparcar en Almería. Pero últimamente si quieres asistir a un buen espectáculo teatral o a una ópera tienes que salir de la ciudad y marcharte para el poniente.

Nunca hemos ocultado la deplorable opinión que nos merece en muchos aspectos el Ayuntamiento de Juan Enciso. Pero eso no quita que reconozcamos el admirable apoyo que su corporación suele prestar a las actividades culturales. ¿Es por interés? ¿Es una estrategia electoral? ¿Es auténtico refinamiento? Da igual lo que sea. El Ejido tiene desde hace años por interés, estrategia o refinamiento uno de los mejores festivales de teatro de España. En Almería nos tenemos que conformar con unas deliciosas, pero modestas, Jornadas de Teatro del Siglo de Oro, que pese a los desvelos de su fundador, Antonio Serrano, nunca han tenido ni de lejos el millonario presupuesto del festival. Pero no es una cuestión de dinero, fíjense: la librería Sintagma de El Ejido, que es propiedad de un particular, ha empezado a organizar este año un ciclo de presentaciones de novedades literarias a las que acuden los autores. Los lugares como éste, tan apartados de las rutas culturales, necesitan estos actos como el agua para no morirse de asco. Consciente de ello, el Ayuntamiento de El Ejido ha hecho suyo el proyecto y lo subvenciona. Mientras tanto, la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento de Almería acaba de retirar la escasa ayuda que recibía de la anterior corporación una milagrosa joyita como la revista Salamandria, que es por muchos motivos única en el panorama de la edición cultural española. Es otra actitud.

El caso de Roquetas es aún más llamativo. Alguna vez hemos expresado nuestro desacuerdo con esa política urbanística, basada en el lema "Burro grande ande o no ande". Pero al mismo tiempo hay que descubrirse ante el intuitivo y listísimo alcalde Gabriel Amat, que sabe compaginar esta horrenda (aunque supongo que muy rentable) política urbanística con una política cultural que ya quisiera la capital de la provincia. El auditorio de Roquetas, por poner un ejemplo, podrá gustar más o menos, pero hay que reconocer que su gestión (con una guardería para que las parejas con hijos pequeños puedan asistir a las funciones) y su programación (con una reciente actuación de Montserrat Caballé) son envidiables.

El último episodio de esta competición ha sido la compra de la biblioteca Antonio Moreno Martín. Aunque la existencia de este valioso fondo bibliográfico era conocida por todas las administraciones con posibilidades de adquirirlo, ha sido el Ayuntamiento de Roquetas el que ha sabido calibrar su importancia y el que se ha quedado finalmente con los 100.000 volúmenes, entre manuscritos, incunables e impresos modernos, de que consta la colección de este bibliófilo almeriense. Y en la supuesta capital nos hemos quedado con un palmo de narices. Un aplauso para Gabriel Amat.

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