Cerebros en el exilio
La prensa declaraba esta semana con orgullo la concesión del Premio Príncipe de Asturias al científico español Joan Massagué.
Pero la triste realidad es que el señor Massagué, como tantos otros célebres científicos españoles, ha de trabajar en el extranjero debido a la crónica deficiencia de recursos que sufre la investigación española.
Con la entrada en la UE de países que prometen mano de obra barata, la inversión en la industria española ya ha empezado su gradual e inexorable declive. España tiene ahora el reto de convertirse en una nación que valora la innovación científica y tecnológica, de frenar la hemorragia de cerebros autóctonos al extranjero, o de ver cómo el crecimiento de su economía, que tanto ha beneficiado a sus ciudadanos durante los últimos 20 años, se para inevitablemente y con importantes consecuencias.
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