España: invertir más en lotería que en I+D
EL MEJOR TIEMPO para el I+D+i (investigación, desarrollo e innovación) fue el periodo preelectoral, cuando los partidos lo prometían todo. Fueron los meses en los que se hizo más evidente que uno de los principales debes de la España de Aznar fue el retraso tecnológico que alejaba a nuestro país de sus socios de la UE, que a su vez padecían graves limitaciones en relación con sus principales competidores económicos, Japón y EE UU. Entonces se acuñó la filosofía de que España debía abandonar un modelo de crecimiento basado en el ladrillo para multiplicar sus inversiones en las tecnologías de la Información y la Comunicación, único modo de aumentar la productividad, ser competitivo y resistir las tendencias a la deslocalización y el outsourcing (subcontratación de servicios a empresas localizadas en países cuya mano de obra es más barata o tienen menores niveles de protección social).
España es de tercera división en I+D; se trata del único miembro de la OCDE que gasta más dinero en loterías públicas que en I+D. Una multinacional como Intel gasta en I+D al año la misma cantidad que el Estado español
Ahora se anuncia el tiempo de las rebajas electorales. Ya no se sabe si habrá el suficiente dinero para cumplir lo que se prometió. Estas limitaciones, ¿afectarán también a los gastos en I+D+i? Recordemos, según los últimos datos de la oficina de estadísticas de la UE, cuál es la situación: las importaciones españolas de productos de alta tecnología ascendieron en 2001 a 18.000 millones de euros, mientras que las exportaciones apenas alcanzaron los 7.900 millones; España figura en el furgón de cola de la UE en cuanto a inversión en I+D, a la que sólo dedica el 0,96% del PIB (según Gonzalo León, el anterior secretario general de Política Científica, en el año 2002 se alcanzó el 2,02%). Este porcentaje representa la mitad de la media de la UE del euro (1,98%), y únicamente Grecia y Portugal exhibían cifras más desoladoras (0,67% y 0,84%, respectivamente). Países como Eslovenia o Chequia están por encima (1,52% y 1,33%), y no digamos Japón (2,98%) o EE UU (2,8%).
Para comprender las consecuencias de este desequilibrio tecnológico, a veces es mejor hacer analogías que observar los porcentajes puros. Dos declaraciones hechas la semana pasada nos ayudan a ello: Mauro Guillén, catedrático de Economía de la Empresa en la Universidad de Pensilvania, y uno de los economistas españoles con mayor proyección, presentó un informe titulado El auge de la empresa internacional, que le ha financiado la Fundación Rafael del Pino, y declaró: "España es un país de tercera división en inversión en I+D; se trata del único miembro de la OCDE que gasta más dinero en loterías públicas que en I+D, ya que en esta materia invierte el 1% aproximadamente, y en loterías consume el 1,8% del PIB". Y Craig Barrett, consejero delegado de Intel (el mayor fabricante de chips del mundo), dijo en la Asociación para el Progreso de la Dirección: "Intel gasta en I+D al año la misma cantidad que todo el Estado español" (4.800 millones de dólares).
Además de éstas, hubo otra aportación interesante al debate: la del catedrático de Fundamentos del Análisis Económico, Julio Segura, que escribía un artículo titulado La evaluación de las políticas públicas: instituciones, incentivos y regulación (EL PAÍS, 11 de junio). Segura se interrogaba del siguiente modo: antes de tratar de gastar el 2% del PIB en I+D+i para alcanzar la media de la Europa del euro (o del 3% para igualarnos a EE UU) sería mejor preguntarse por qué en Francia por cada euro de gasto público hay 1,8 euros de gasto privado y en España sólo 1,2. Es cierto que el gasto privado depende en buena medida de la composición de la industria, pero esta diferencia ¿no se deberá también a que los criterios para decidir en qué se gasta se fijan de forma distinta?, ¿a que las relaciones entre el sector público y las empresas son diferentes?; ¿será que el reparto de riesgos en las acciones concertadas es distinto?, ¿o que el retorno de investigadores formados en el extranjero no es el mismo?
Urge volver al debate de la sociedad de la información y no dejarlo para tiempos de turbulencia política.
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