_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

África

Casi en el mismo momento en que se presentaba en Alcalá de Guadaíra, al sureste de Sevilla, el carro blindado español Leopard 2E, se conocía la voluntad estadounidense de aumentar las tropas en Rota y Morón, frente a África. Fue un malentendido el aviso de adelgazamiento de las bases americanas, muy amenazante para los empleados españoles de Rota, que todavía temen perder el puesto. Disminuirá el despliegue en Europa central, territorio liberado del enemigo soviético, pero Andalucía es otro asunto, en la frontera africano-musulmana. Marruecos, dentro de la misma lógica, acaba de ganarse la distinción de aliado militar privilegiado y socio comercial preferente de EE UU. Lo que no sé es si, dentro de sus plazas andaluzas, los americanos se acorazarán en sí mismos y evitarán el contacto con los nativos sospechosos.

A la presentación de los tanques en Sevilla asistieron el Rey y el ministro del Ejército, los generales de España y la OTAN, los más altos cargos de la Junta de Andalucía. Estos carros de combate los fabrica la General Dynamics, empresa estadounidense, bajo licencia de la alemana KMW. Hay contratos seguros, trabajo para los obreros de Sevilla, hasta 2008. En una entrevista con Ramón Casamayor, el viernes, en las páginas económicas de este periódico, Pat Sullivan, responsable de la General Dynamics en España (ocho centros), comentaba la posibilidad de introducirse desde aquí en mercados de Europa y África. Va bien el negocio. Las ventas crecen cada año casi un 20%.

Son buenas las expectativas. Tanto los pasos de EE UU en Marruecos como el crecimiento de Rota y Morón parecen iluminar las posibilidades del mercado africano. Estas novedades tienen sabor histórico a guerra cristiano-musulmana (Samuel P. Huntington, pensador violento, habla de las dificultades que tienen algunos para asimilar "el credo americano"), o, todavía más cerca, a los tiempos en que el puerto de Málaga era cargadero de soldados hacia el norte de África, cuando en las primeras décadas del pasado siglo la gente se amotinaba en la calle contra el embarco de sus hijos y hermanos. El pasado ha pasado y no importa, pero el futuro favorecerá el progreso, feliz, según las previsiones del director de la fábrica de armas.

No hay paz ni progreso sin ejércitos bien dotados, dijo en Alcalá de Guadaíra el ministro de Defensa, José Bono. Con gran sentido de la realidad, Bono elogió a la industria armamentista española en la presentación del tanque estadounidense bajo patente alemana, e inmediatamente expulsó de la realidad a una parte de la población: "Sólo quienes no están en la realidad, contemplan la posibilidad de un mundo sin policía ni ejércitos".

"Sin un ejército bien dotado no hay paz ni progreso", dijo entonces el ministro, frase espléndida, histórica, porque seguramente ya fue pronunciada en vísperas de 1914. Probablemente sea falsa. Probablemente sea imposible vivir sin ejércitos. Pero quizá resulte oportuno pensar ahora en esa imposible posibilidad para que la guerra sea más improbable. Es posible que sin guerreros ni armas fuera un poco más difícil hacer la guerra.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_