Confusión en Centroeuropa
Una perspectiva de la UE más económica que política causó la baja participación
Absoluto desconocimiento y un cierto desprecio definirían la actitud de los 10 millones de checos y los cinco millones de eslovacos hacia el Parlamento Europeo. Unidas a esta actitud de fondo, las razones que explican los bajísimos índices de participación de la República Checa (29%) y de Eslovaquia (17%) apuntan al cansancio electoral, al descrédito de los actuales gobiernos y a una percepción más económica que política de la construcción europea. "Aquí se necesitan motivos para votar porque no faltan argumentos para no votar", resume de un modo muy gráfico un embajador de la UE en Bratislava, capital de Eslovaquia. "El descrédito también se relaciona con los altísimos sueldos que cobran los eurodiputados, que contrastan con los 300 euros aproximadamente que cobra un funcionario en Eslovaquia", señala la filóloga Jarmila Faktorova. En el caso eslovaco, récord de abstención entre los 25 miembros de la UE, hay que considerar que el país ha acudido en cuatro ocasiones a las urnas en el último año: dos vueltas presidenciales, un referéndum legislativo y las elecciones europeas. A pesar de que la participación en Eslovaquia ha rozado el ridículo, los analistas subrayan que en este país centroeuropeo no ha obtenido escaños ninguna formación abiertamente antieuropeísta como ha ocurrido en Polonia.
En la República Checa, como en Eslovaquia, se repite la ausencia de políticos de primera fila en las candidaturas europeas. Oldrich Kaspar, profesor de Historia en la Universidad de Praga, destaca la imperiosa necesidad de una pedagogía europeísta que integre más a los checos en las instituciones europeas, al tiempo que recuerda que la perspectiva de beneficios económicos a medio plazo tal vez pesó más que la pura política. De cualquier forma, medios diplomáticos checos insisten en que el hastío de amplios sectores de la población con el Gobierno que encabeza el socialdemócrata Vladímir Spidla ha influido en la conducta electoral. Tampoco cabe olvidar que el partido que ha ganado las elecciones europeas en la República Checa, el Foro Cívico Democrático impulsado por el presidente del país, Václav Klaus, ha mostrado siempre serias reticencias hacia la UE.
En el caso de Eslovenia, las previsiones ante las elecciones europeas eran rotundas: victoria del Gobierno y alta participación en el país más euroentusiasta de los nuevos socios. Los resultados fueron también contundentes: los electores dieron un tirón de orejas al Gobierno y la abstención fue masiva, sólo un 28,29% de los eslovenos se acercó a las urnas.
"Paradójicamente, los eslovenos reaccionaron de una forma muy europea", explica desde Liubliana el catedrático de Sociología Rudy Rizman. "Las élites políticas eslovenas instrumentalizaron las elecciones y se centraron en temas locales, que aburrieron a los electores", agrega Rizman, quien señala que de los siete diputados elegidos -dos de la coalición de Gobierno y cinco de la oposición- sólo dos hablaron en su campaña de temas europeos.
En Hungría, en cambio, sí se cumplieron las previsiones: la participación fue del 38,47% y el batacazo del Gobierno de coalición entre socialistas y liberales, importante, sin llegar a ser desastroso: un 34,1% de los votos (nueve escaños en Estrasburgo de un total de 24) para los socialistas; un 7,72% para sus socios liberales (dos escaños), mientras que los conservadores del ex primer ministro Víktor Orban lograron un 47,41% (12 escaños). Los resultados, eso sí, no contribuirán a rebajar el clima de enfrentamiento que se ha vivido en la política húngara en los últimos meses. "A pesar de la ausencia notable de Europa en nuestra campaña electoral, no todo está perdido. A partir de ahora tenemos una oportunidad para demostrar nuestro compromiso con la UE", ha escrito el diario Nepszabadsag.
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