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Columna
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La gente se fue a la playa

No se merecía el CIS tanto personal especializado y tanto presupuesto público para ofrecer hace más de quince días un sondeo que daba una participación inusitadamente alta para lo que son las elecciones europeas. Ni los debates en la televisión, ni la pasión puesta por los partidos, ni el mensaje lanzado de convertir estas elecciones en una reválida de las del catorce de marzo, han conseguido movilizar al electorado. Con menos presupuesto que el CIS, observaba mi entorno y no descubría apasionamiento alguno, más bien todo lo contrario; mis amigos, responsables donde los haya, no tenían ninguna gana de ir a votar. Para colmo, el domingo hizo un excelente día.

O tenemos todavía a Europa muy lejos o ya empezamos a ser tan europeos como los más europeos. No observamos ya la integración como una meta hacia el futuro, y somos ya tan europeos como los demás y nos abstenemos como ellos. Otra cosa son las opciones nacionalistas, que ponen su vida en cada papeleta con la misión de construir la nación sobre lo local, y cada ocasión es buena para demostrarlo. Es tan dramática la visión de la política que padecen los nacionalistas que les arrastra a ir a cada reto electoral como si se jugaran su patria, su cocido y su casa. Los demás somos más europeos y nos alcanza ya un cierto escepticismo. Nos movilizamos cuando llegan a removernos de nuestra molicie con algún acontecimiento serio o una serie de pequeños acontecimientos que alcanzan el mismo nivel de atracción. Por lo demás, en la playa.

Ya sé que para el socialismo español un mal resultado le ponía ante la acusación de la derecha de que su pasada victoria había sido a causa del atentado del 11 de marzo y que el hecho de que esa hipótesis se abriera camino iba a deslegitimar su clara victoria y poner las relaciones entre ambos partidos en un plano de desligitimación. Ya sabemos que cada elección sirve para la institución que se elige, pero, pero desde que nos cargamos una monarquía con unas municipales, nuestra política es de brocha gorda y a ver quién va con distingos bizantinos a plantear que cada elección es para lo que es. Afortunadamente el PSOE ha visto revalidada su victoria; afortunadamente para todos, porque de esta manera se evita emponzoñar aún más las ya de por sí bastante envenenadas relaciones entre los partidos.

El PP no ha conseguido la revancha sobre la victoria en las generales de su adversario. Pero es preferible por el bien de todos. No es bueno que en este país se tenga que dar la alternancia después de un golpe de Estado o de un atentado con doscientos muertos. Se han producido, pero es preferible olvidarlo y que no se repita. Es mejor que se gane por cosas normales, que en esas grandes tragedias todos estemos juntos y nadie se aproveche de ellas. Por eso, cerrar en la política lo del 11-M con este resultado es lo mejor que podía pasar. Lo otro sería la vuelta a razones cainitas que en nada favorece a la generalidad de los ciudadanos.

Pero tampoco sale malparado el PP, sigue con fortaleza y sin el batacazo que le preveían las encuestas. A ver si a estas alturas se le va a poder achacar el éxito a Mayor Oreja, después de haber sido calificado durante mucho tiempo, desde las elecciones autonómicas, como el gran perdedor. Han sido unas elecciones sin vencedores ni vencidos, salvo IU, y dejan al país más tranquilo, que es lo que necesitamos todos. A pesar de que la mayoría se fuera a la playa, es como si hubieran sido unas elecciones a la carta, con un mapa estable para mirar con cierta tranquilidad el futuro político.

Aunque sin exceso de ilusión. Ya sabemos que la ilusión y lo ilusionante lo tiene en exclusiva el de los vascos y vascas. De lo que no se libran los partidos, y menos los bien parados, es de una cierta crítica por la poca importancia que conceden a sus europarlamentarios, a su gestión y a los debates y decisiones que se producen en Europa y nos afectan. Sólo cuando llegan las elecciones se preocupan un poco del asunto, y ello muy interferido por la política nacional. Ahora no se les debe mandar a los eurodiputados a la playa.

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