Zapatero, en todos los frentes
Las elecciones europeas, que se celebran hoy, no cierran el curso político en España ni su acelerada marcha: antes de que llegue agosto, y las vacaciones, el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero tendrá que dejar resueltas al menos las orientaciones principales en las dos cuestiones más importantes de su legislatura: la estrategia general de los socialistas para la reforma de los estatutos de autonomía y los mecanismos económicos que permitan disponer de fondos para desarrollar el programa social del Gobierno. En los dos casos, ministros y parlamentarios coinciden en que será decisiva la participación e implicación directa del presidente del Gobierno. Rodríguez Zapatero tendrá que ejercer, él mismo y rápidamente, un papel moderador en determinadas áreas de Gobierno y de impulsor en otras. Por lo menos, eso es lo que desea una buena parte no sólo del PSOE, sino del propio Gabinete.
No hay nadie en el Gobierno, ni en el PSOE, capaz de influir o presionar a Pedro Solbes para que reconsidere algún aspecto de su política económica
Influir en Solbes
"El presidente tendrá que implicarse personalmente con Pedro Solbes y con Pasqual Maragall", simplifica un cargo gubernamental. "No bastará con que dedique sus esfuerzos a diseñar la nueva manera de gobernar que ha prometido y que está absolutamente dispuesto a cumplir. Va a tener que entrar en otros terrenos, quizá incluso demasiado concretos, porque es el único que tiene autoridad para hacerlo", asegura ese dirigente socialista. La vicepresidenta primera, Teresa Fernández de la Vega, está encargada del área política, coordina diversos ministerios eficazmente y tiene acceso libre al máximo nivel, pero no pretende ejercer un papel decisorio o protagonista.
En el campo económico, desde luego, parece claro que no hay nadie en el Gobierno, ni en el partido, capaz de influir, discutir o presionar a Pedro Solbes para que reconsidere o replantee algunos de sus análisis o de sus decisiones. El equipo de asesores de La Moncloa, que coordina Miguel Sebastián, podría realizar esa función, pero Sebastián defiende una línea todavía más ortodoxa, no conoce las necesidades del partido socialista, y además, por el momento, sigue sin despegar, bloqueado quizá por asuntos organizativos. Por su parte, el otro especialista en asuntos económicos del Gobierno, Jordi Sevilla, se ha hecho cargo de un ministerio suficientemente difícil, Administraciones Públicas, como para no buscar complicaciones en otras áreas.
Solbes mantiene intacto su prestigio en las esferas profesionales económicas y financieras, pero algunos dirigentes socialistas creen que debe coordinarse más con los otros departamentos de su área, para atajar las declaraciones contradictorias que se están produciendo.
También piensan que el vicepresidente debe dejar de transmitir a los ciudadanos la filosofía de ajuste y de apretarse el cinturón que preconiza, que defienden tanto él como su equipo, y que puede ser perjudicial políticamente. "Rato permitía menos gastos de los que va a autorizar Solbes, pero los populares se las arreglaban para transmitir una impresión de bonanza y logros, mientras que nosotros, nada más llegar, estamos diciéndole al ciudadano que no hay dinero para ninguna alegría", se lamenta un dirigente socialista. La suspensión de numerosas obras públicas, por momentánea que sea, está causando también un cierto desconcierto y malestar en las organizaciones regionales del PSOE.
"Es cierto que el Gobierno lleva sólo tres meses en ejercicio y que ha tomado ya algunas decisiones importantes: hemos subido el salario mínimo y aprobado más dinero para becas", admite un veterano político socialista. "Pero hace falta más contacto interno", asegura. La verdad es que Solbes y el presidente del Gobierno no han mantenido ninguna larga conversación desde que se formó el Gabinete.
Si la implicación de Zapatero en el campo económico parece necesaria, en el campo autonómico puede ser totalmente imprescindible. Fijar la estrategia de los socialistas en los debates de reforma estatutaria pasa, necesariamente,por establecer una estrategia con Pasqual Maragall.
Jordi Sevilla, que ha finalizado ya su ronda por todas las autonomías del Estado para pulsar sus proyectos, parece haber vuelto con la idea de que todas están vigilantes para no quedar atrás respecto a Cataluña. Rodríguez Zapatero, que mantiene buenas relaciones con Maragall, pero que siempre se ha movido en una cierta ambigüedad en sus conversaciones con él, es el único con autoridad para hacerle ver esta realidad al presidente de la Generalitat. El debate del Estatuto de Cataluña en el Parlamento catalán marcará el pacto autonómico en toda España durante la legislatura entera.
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