Un acuerdo con reservas
Chirac y Schröder cerraron filas con Bush en la cumbre del G 8 por temor a una mayor degradación de la situación en Irak
Jacques Chirac y Gerhard Schröder han cerrado filas junto al presidente norteamericano George W. Bush tanto en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas como en el G 8 forzados por la valoración puntual de que sólo la unidad de las grandes potencias puede tener alguna probabilidad de poner un freno a la grave crisis de Irak y su expansión por el resto de Oriente Próximo. Los dos líderes no comparten el optimismo de Bush y estiman que la transferencia real del poder puede ser la última carta contra el caos.
"Mire, uno nunca va a conseguir que gente que ha estado contra el derrocamiento de Sadam y contra la guerra de Irak cambie de opinión, esa gente ya se ha posicionado, esto es así. Pero el hecho de tener ahora un proceso bendecido por la ONU y una estrategia para desarrollar la capacidad de seguridad de Irak, todo esto, sobrepasa cualquier desacuerdo residual que pueda haber", explicó el primer ministro británico, Tony Blair, la noche del jueves.
La explicación establece los límites de los acuerdos alcanzados en la cumbre de tres días del G 8 (EE UU, Alemania, Japón, Francia, Reino Unido, Italia y Canadá, más Rusia) respecto a Irak y también Oriente Próximo. Pero, según fuentes francesas, no hace más que describir la situación, sin bucear en aguas que son más profundas.
Francia ha dado su apoyo a este nuevo proceso en base a un simple diagnóstico: EE UU no controla la situación. "Tengo la convicción, y así se lo dije a Bush, de que la situación en Irak se ha degradado a tal punto que la única probabilidad de conseguir cierta estabilización pasa por tomar conciencia de la necesidad de transferir la completa soberanía a los iraquíes. Quizá tengamos posibilidad de superar la situación, si es que todavía hay alguna", dijo Chirac, al analizar los resultados de la cumbre.
Tampoco Chirac menosprecia los "desacuerdos residuales", apuntados por el primer ministro británico, como, por ejemplo, el papel de la OTAN en Irak. Tanto Blair como Bush han hecho campaña en esta cumbre para que dicha organización asuma un papel institucional activo. Hasta ahora ha dado apoyo logístico al mando polaco en Irak, lo que tanto británicos como norteamericanos estiman como insuficiente.
Bush ha aclarado: "De hecho, no espero que se ofrezcan más tropas de la OTAN. Ésa no sería una expectativa realista. Nadie está sugiriendo eso. Lo que estamos pensando es que, quizá, la OTAN puede ayudar a entrenar [fuerzas de seguridad], a petición del Gobierno iraquí". A su vez, Blair matizó su posición. "Nunca se ha hablado de que las tropas de la OTAN fueran enviadas a Irak en el mismo sentido en que han ido allí las tropas de la coalición. Se necesita aumentar el apoyo que damos al ejército iraquí, el entrenamiento de este ejército y el desarrollo de sus capacidades", explicó. "La ayuda de la OTAN en entrenamiento, en construir las capacidades de Irak a petición de su Gobierno. Y yo creo que el Gobierno interino lo solicitará", añadió.
Chirac sigue siendo en este punto muy desconfiado. "Nosotros tenemos más que reservas. Los polacos participaron en Irak y aceptaron las ayudas técnicas de la OTAN, pero creemos que es un gran riesgo hacer entrar ahora a la OTAN. No creo que sea entendido por la gente allí y en la región. Podría reforzar el prejuicio del choque de civilizaciones entre el Occidente cristiano y el Oriente musulmán, y esto no podemos aceptarlo en Europa. La idea de que los especialistas de la OTAN intervengan en formación del ejército iraquí tenemos que verla en detalle cuando se presente". Fuentes francesas señalan que el nuevo Gobierno iraquí es una criatura de Washington, a la que han sido ajenos los países europeos. Chirac, al ser preguntado por el nuevo presidente iraquí, Gazi Al Yauar, dijo: "Lo conozco poco. Le he visto por primera vez en esta cumbre. Hemos tenido un diálogo cordial".
Si, como explicó Chirac, existe una posibilidad de controlar la crisis iraquí, eso se verá sobre el terreno. Antes de partir hacia París, el presidente francés insistió: "No sé si podemos decir que tenemos entusiasmo, puesto que hablamos de una salida a una crisis tan significativa como la de Irak. No creo que sea la palabra adecuada". El canciller alemán, Gerhard Schröder, dijo lo mismo: "Hay que ver el resultado de estos planes. No estoy en condiciones de ser optimista. Se trata de un camino muy difícil".
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