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EE UU despide a Reagan con una lluvia de elogios y escasas críticas a su gestión

Más de 3.000 personas asisten al funeral de Estado en la catedral de Washington

Con solemnidad y cielo gris, la ciudad de Washington despidió ayer en un funeral de Estado a Ronald Reagan, presidente número 40 de Estados Unidos. Su mujer, Nancy, de 82 años, viajó después con el féretro en el Air Force One para enterrar anoche a su marido en California. Decenas de líderes políticos del presente, y sobre todo del pasado, participaron en el primer funeral de Estado que ha visto esta capital en los últimos 30 años, desde la muerte del presidente Lyndon B. Jonhson. Amigos y enemigos políticos sumaron aún más elogios a la figura de un político cuya muerte parece haber borrado cualquier rastro de disconformidad con su manera de gobernar.

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Ayer, sólo algún columnista se atrevía a destacar con timidez errores y defectos de Ronald Reagan, protegido por una inmensidad de alabanzas que parecen haber glorificado su mandato. Es también la primera vez que los actos fúnebres por la muerte de un ex presidente se retransmiten minuto a minuto por varias cadenas informativas, lo que sin duda ha contribuido al gigantismo que han alcanzado los homenajes.

En la catedral nacional de Washington, que se terminó de construir cuando Reagan ya había dejado la Casa Blanca, casi 3.000 invitados despidieron al ex presidente con tono sombrío y tierno. Las intervenciones, cargadas de anécdotas personales, añadieron unos toques de humor perfectamente calibrados y conmovedores.

La ex primera ministra británica Margaret Thatcher, amiga cercana y compañera ideológica de Reagan, habló de "su política, su frescura y su optimismo que le permitieron ganarse a la gente de toda condición y en todos los países, incluso en el corazón del imperio del mal", dijo sin resistirse a usar la expresión que ambos compartían para referirse a la antigua Unión Soviética. Hace años, Reagan pidió a Thatcher que hablase en su funeral; aunque ayer estaba allí, su intervención se mostró grabada en vídeo porque los médicos le han prohibido hablar en público después de haber sufrido varios infartos cerebrales.

El ex presidente George H. W. Bush, que sirvió antes como vicepresidente en los ocho años de mandato de Reagan, apenas pudo contener las lágrimas al decir que aprendió de él "más que de nadie en toda mi vida. Era fuerte y gentil", dijo Bush antes de recordar alguna anécdota, como la frase que dijo el ex presidente a los médicos que estaban a punto de operarle después de haber recibido un balazo en un intento de asesinato: "Espero que todos ustedes sean republicanos", les dijo Reagan.

El presidente, George W. Bush, parecía carecer de un anecdotario personal y leyó un discurso frío, claramente escrito por otros. Él y Laura Bush estaban en primera fila junto a Nancy Reagan, que mostraba una gran entereza. Junto a ellos, los tres hijos del ex presidente, Patti Davis, Ron y Michael. Otra hija, Maureen, murió de cáncer hace tres años.

Entre los asistentes a la ceremonia estaban el último presidente de la Unión Soviética, Mijail Gorbachov, y Lech Walesa, que otorgó a Reagan el mérito de haber dado a los polacos, según él, su actual libertad. También acudieron el príncipe Carlos de Inglaterra; el primer ministro Tony Blair; el canciller alemán, Gerhard Schröder, y el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, que acababan de participar en la cumbre del G 8 en Georgia.

El presidente de EE UU, George W. Bush, frente al féretro de Reagan en la catedral nacional de Washington.
El presidente de EE UU, George W. Bush, frente al féretro de Reagan en la catedral nacional de Washington.ASSOCIATED PRESS

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