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DANZA | Nuevo Ballet Español

Brilla Mayte Bajo

El tiempo ha ayudado a estos bailarines que entran solventes en una etapa de fuerza y de recoger los frutos de sus experimentaciones. Mayte Bajo es la mejor bailarina de su generación. Eso está fuera de toda duda, y en este concierto da un equilibrio, complementa al baile de Ángel Rojas y Carlos Rodríguez, ambos potentes y con la evidencia de haber madurado. La concepción de este pujante dúo, siempre inquietos, es un ballet flamenco heterodoxo, sin entrar en honduras expresivas, de impacto estético ultramoderno y gozando de la parte severa del ballet flamenco, sin desechar lo festivo, pero tocando la zona dramática aun en las danzas puras.

Mayte Bajo es poseedora de una elegancia que desborda, con su colocación y su virtuosismo, sus palillos de fraseo transparente, de fino oído y limpieza en las figuras. Ésta es la clave de su estilo: su dibujo, que además de seguro, es amplio y pleno de circularidades que se verifican en su braceo, sus vueltas quebradas y sus giros.

Nuevo Ballet Español

Concierto flamenco. Coreografías y baile: Ángel Rojas, Carlos Rodríguez y Mayte Bajo; música: Gaspar Rodríguez y Antonio Rey; vestuario: Emilio García, Modesto Lomba y Raúl Salado; luces: David Pérez. Teatro Albéniz, Madrid. 9 de junio.

Ángel y Carlos la arropan con cariño (se ve que bailan en trío tan a gusto), muestran sus personalidades y juegan a veces al ensemble con precisión y eficacia. Hay un solo del primero, acompañado en el proscenio por cantaor y cantaora, muy sentimental, con desgarro e interiorización; antes, otro solo de Carlos colmó la escena de piruetas clavadas y tacón minucioso. El vestuario tiene altibajos, y en el caso de los hombres, con colorido desafortunado, pero la selección de Mayte Bajo es muy atinada. La ensalza, la hace más estrella si cabe.

El problema es que hay en la velada exceso de protagonismo de los músicos con instrumentaciones confusas, de barullo sonoro, y esto no tiene justificación más que para que se refresquen los bailarines. La amplificación de voces e instrumentos es cruel, abusiva y excesiva, como un exceso lamentable es la percusión, machacona, innecesaria, la caja tapando el fraseo de la danza, humillándola y haciendo que se maldiga la tan trajinada fusión. El público que llenaba el Albéniz les vitoreó y les jaleó con entusiasmo.

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