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Entrevista:Mª TERESA LAESPADA | Socióloga | Universidad

"La prohibición del 'botellón' no soluciona nada"

La práctica del botellón también puede tener elementos positivos para los jóvenes. Lo defiende la profesora de Sociología e investigadora del Instituto de Drogodependencias de la Universidad de Deusto María Teresa Laespada (Bilbao, 1965). Laespada ha estudiado en profundidad este fenómeno y acaba de impartir un curso sobre el consumo de drogas en la escuela.

Pregunta. ¿En qué medida influye el entorno social en la práctica del botellón?

Respuesta. La práctica del botellón es un fenómeno social. Existen varios factores sociales que hacen que los jóvenes inventen el botellón. Los precios de los bares y su cambio estético, con menos luminosidad, más ruido, menos sillas para sentarse y charlar..., además de las leyes que restringen su acceso a estos locales. Todo ello potencia su imaginación en la búsqueda de alternativas. Esa alternativa también se convierte en una moda de obligado cumplimiento para los chavales cuando llegan a los 12 ó 13 años. Se convierte en un factor de socialización a través de un pacto tácito por el que los jóvenes lo hacen y los adultos lo asumen como una especie de mal necesario. El exceso de alcohol acaba siendo aceptado por la sociedad y se introduce en las pautas de socialización juvenil.

P. ¿Es cierto que los jóvenes comienzan a beber a una edad cada vez más temprana?

R. Es verdad que empiezan a una edad más temprana, pero el cambio no se produce de año en año. Desde los años ochenta, cuando comienza a manifestarse el fenómeno de la bebida en grupos, hasta ahora, la edad de inicio ha pasado de los 14 a los 12-13. Este descenso se produce también porque la propia sociedad reduce los procesos de pre-adolescencia, no sólo en el consumo de alcohol.

P. ¿La práctica de beber en grupo es algo novedoso?

R. El beber social es casi tan antiguo como la creación de los bares. En Euskadi hemos vivido el poteo o el chiquiteo, distintos del botellón en que el objetivo final de éste es la borrachera. De todas formas, el botellón no es sólo eso, también es hablar con los íntimos, estrechar los lazos y la comunicación...

P. ¿Qué repercusiones tiene el botellón para los jóvenes?

R. Desde el punto de vista de la sociedad adulta, todas las repercusiones son negativas, porque además se produce un conflicto de intereses entre los jóvenes y los adultos en la ocupación de un espacio físico y de un tiempo. Desde el punto de vista de los jóvenes, también hay efectos positivos: les permite hablar, experimentar en algunos casos sus propios límites y normas de comportamiento, estrechar los lazos... No hay que olvidar que en los jóvenes el grupo de amigos adquiere cada vez mayor relevancia. En cualquier caso, el uso de sustancias para divertirse no es positivo.

P. ¿Su prohibición soluciona algo?

R. La prohibición del botellón no soluciona nada. No podemos prohibir los procesos de socialización de los jóvenes. La prohibición sólo conseguirá que tome cuerpo de otra forma.

P. ¿Qué alternativas existen?

R. La intervención socio-educativa es más útil que la punitiva. Esto no quiere decir que no deba haber medidas de control. Debemos enseñarles a tener responsabilidades. Las alternativas no pueden venir del mundo adulto, tienen que pasar por los jóvenes. Debemos educarlos en la responsabilidad.

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