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Columna
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Machado en Burgos

En 1948 Eulalia Cáceres Sierra, la viuda de Manuel Machado, hizo donación del archivo del mismo a la Diputación y a la Academia Burgense (Institución Fernán González). ¿Motivos? La estrecha relación del poeta con Burgos, donde le sorprendiera la sublevación de 1936, así como la gestión realizada acerca de la viuda por algunas autoridades locales. El mismo año 1948, antes de ingresar en el convento de Cottolengo -donde moriría en 1973- Eulalia Cáceres entregó al poeta Bonifacio Zamora Usábel, fundador de la Institución Fernán González, ocho cuadernos manuscritos de Antonio Machado. Zamora los conservó a título particular hasta 1977, cuando entraron a engrosar los fondos de la Institución. Muy pocos estudiosos estaban al corriente de la existencia de estos documentos. Una excepción notable fue el italiano Oreste Macrí, a quien debemos la magna edición crítica, en dos tomos, de las obras completas de Antonio Machado, publicada primero en Milán y luego en Madrid por Espasa-Calpe (1989).

En 1990, con motivo de un congreso sobre el poeta de Campos de Castilla en Turín, se le ocurrió a Alfonso Guerra, entonces vicepresidente del Gobierno, declarar -o así se comentó en la prensa- "que donde no hay nada que descubrir sobre Antonio Machado es en la Institución Fernán González de Burgos". El director de ésta, Ernesto Ruiz y González de Linares, no tardó en reaccionar y señaló que Oreste Macrí ya había constatado la presencia en el archivo de entre cuarenta y cincuenta y cinco poesías inéditas del poeta, así como de numerosas prosas originales.

El italiano sólo pudo utilizar, para su edición crítica, parte de aquel enjundioso material, que sigue hoy mayormente sin conocer, lo cual, a estas alturas, es a todas luces aberrante. Ante las críticas procedentes de diversas fuentes acerca de la renuencia de la Institución a permitir el acceso al archivo de los especialistas, Ruiz y González de Linares estuvo tajante: "La obra original de Antonio Machado que posee la Academia Burgense ha podido ser consultada siempre por todo el que lo ha deseado". El hecho, sin embargo, es que la consulta no ha sido en absoluto fácil. Allí, para demostrarlo, están los comentarios diez años después de Jordi Doménech en su magnifica edición de las Prosas dispersas (1893-1936) de Machado, editada en 2001. Yo mismo acabo de recibir una rotunda negativa al respecto del actual presidente de la Institución Fernán González, que me ha asegurado que los manuscritos, cuyo inventario, según él, se dará a conocer antes de fin de año, tienen en realidad poco interés. ¡Ocho cuadernos manuscritos de Antonio Machado! Para el estudio de un escritor, cualquier trozo de papel puede ser de una importancia incalculable. Entre los de Burgos, según me hizo saber dicho señor, hay tres folios sobre la muerte de Prim. La noticia es de extraordinario interés, ya que el abuelo del poeta colaboró en La Gloriosa y fue amigo del político asesinado. Unidos a los documentos del archivo familiar recientemente comprado por Unicaja, los de Burgos nos permitirán conocer mucho mejor a ambos hermanos. Esperemos que la Institución burgalesa rectifique. Y pronto.

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