Dignificación y responsabilidad del periodismo español
El autor aplaude el avance que supone un Consejo Deontológico del Periodismo, y aboga por la aprobación del Estatuto de la Profesión Periodística.
La mayoría de los periodistas han sido conscientes siempre de su responsabilidad social e incluso desde los años cincuenta han intentado formularla en compromisos públicos recogidos en códigos de deontología, a veces con pretensiones de alcance internacional, como el de la Federación Internacional de Periodistas. Concretamente, en Europa existen varios ejemplos de códigos de deontología en diferentes países; sin embargo, han quedado reducidos en la práctica a simples declaraciones de principios de buena voluntad por su contenido muy genérico y por carecer de mecanismos de autocontrol eficaces al no estar apoyados desde las empresas informáticas. Sólo en muy pocos países europeos existe la tradición de consejos de prensa u órganos eficaces de autocontrol ético, principalmente en Suecia y Gran Bretaña. La buena voluntad de algunos medios de dotarse individualmente de figuras como defensores del lector, del espectador, etc., tienen en todo caso un efecto muy limitado.
Ante la ineficacia de la mayoría de los códigos de deontología, el Consejo de Europa como institución europea a quien compete la salvaguarda de los derechos fundamentales de la persona, aprobó en 1993 el denominado Código Europeo de Deontología del Periodismo como marco de referencia de autocontrol ético del periodismo para toda la Europa democrática. Fue una llamada grave y solemne de atención sobre la responsabilidad pública de los medios de comunicación por su poder e influencia decisiva en la opinión pública y consecuentemente en el desarrollo de la democracia. Por eso la novedad del Código Europeo no se limitó a un catálogo separado de deberes de los periodistas, sino que insertó el ejercicio del periodismo en el marco más amplio de los deberes de los medios de comunicación en cuanto tales, por lo que los principios éticos del periodismo para ser efectivos deberían ser asumidos también voluntariamente por empresarios y editores, sean públicos o privados. Para el Consejo de Europa el punto básico desde donde parte todo el tratamiento de la información y de los códigos deontológicos es el máximo protagonismo de los ciudadanos, a quien corresponde la legitimidad de poder exigir al Estado de derecho, poderes públicos, tribunales, empresas y periodistas que se les garantice su derecho fundamental a una información veraz, plural y a opiniones éticas. Por tanto, no deberían considerarse propietarios de la información ni editores ni periodistas, tampoco los poderes público. Novedad también del Código Deontológico Europeo es que toda la argumentación sobre los deberes éticos de periodismo se basan en un concepto de ética pública, no privada, y por tanto, con responsabilidad de los emisores de la información no sólo ante su conciencia, sino también ante todos los ciudadanos, titulares del derecho a la información veraz, plural y ética. Con aplastante lógica el código europeo sintetiza y concluye que sólo se puede hablar con rigor de ética del periodismo si los principios éticos se hacen públicos, si existe un compromiso público de respetarles admitiendo comisiones independientes de autocontrol y si se asumen las autosanciones públicas correspondientes.
Los principios básicos del código europeo sirvieron de referencia para que la Federación de Asociaciones de la Prensa de España (FAPE) elaborase su propio código deontológico en fechas posteriores, pero que hasta el momento no había podido ponerse en marcha. Afortunadamente, ahora los esfuerzos meritísimos y continuados de los presidentes de la FAPE, Jesús de la Serna, Antonio Petit, Alejandro Fernández Pombo y Fernando González Urbaneja han logrado la creación del Consejo Deontológico del Periodismo, integrado por expertos profesionales y representantes sociales, que sólo contaba con el precedente del Consejo de la Información de Cataluña, limitado al ámbito catalán. Se configura ahora un órgano de autocontrol deontológico jurisdiccional interno de los periodistas de ámbito nacional, vinculante y disciplinario en orden a reforzar el arbitraje y la mediación, actuando con autoridad otorgada explícitamente por las Asociaciones de la Prensa de España para velar por el cumplimiento de los principios deontológicos de la actividad periodística e informativa, proclamando que el ejercicio profesional del periodismo, "en el uso de sus derechos constitucionales a la libertad de expresión, está sometido a los límites que impiden la vulneración de otros derechos fundamentales". El periodismo español se pone así a la altura de los mejores ejemplos de Consejos de Prensa. Todavía escasos en Europa, por lo que el Parlamento Europeo ha efectuado recientemente un llamamiento para su creación en los 25 países miembros de la UE.
En esta nueva etapa de la sociedad de la información y de la convergencia multimedia digital, los medios de comunicación son imprescindibles para el desarrollo de la vida social y la salud democrática siempre que se posibilite el ejercicio responsable del periodismo, amenazado por todo tipo de presiones internas y externas. La garantía del autocontrol ético eficaz es el método más adecuado, frente, por una parte, a los que defienden una desregulación total ética o jurídica o los que en dirección opuesta demandan una regulación jurídica penal de la actividad mediática, porque en relación con la salvaguarda de la veracidad y la ética en los contenidos de los medios de comunicación, es deseable un máximo ético y un mínimo jurídico.
La creación del Consejo Deontológico es un acto de gran coraje, ejemplo de responsabilidad social de los periodistas españoles, imprescindible para la credibilidad general de los medios de comunicación, por lo que coherentemente los propietarios-editores públicos o privados deberían asumir igualmente la autoridad del Consejo Deontológico. En justa correspondencia por la garantía del cumplimiento de sus deberes se deberían reconocer simultáneamente los derechos de los periodistas, principalmente con la aprobación del Estatuto de la Profesión Periodística y de sus derechos laborales sujetos a una precariedad constante. Afortunadamente, ahora contamos con este compromiso en el programa electoral del nuevo Gobierno socialista, que esperamos que se cumpla. La esperanza de nuevos y mejores tiempos para el desarrollo plural y responsable de los medios de comunicación coincide también con el compromiso del Gobierno de comenzar dando ejemplo con la reforma de la RTVE y de la televisión pública en general al servicio de los ciudadanos. Se inicia un nuevo camino democrático en el hasta ahora oscuro panorama mediático español, en el que los periodistas españoles tienen el mérito de haber dado el primer paso en la dignificación y responsabilidad del periodismo español y de los medios de comunicación en su conjunto.
Manuel Núñez Encabo es miembro del Consejo Deontológico de la FAPE. Ponente del Código Europeo de Deontología del Periodismo del Consejo.
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