Lubbers niega la acusación de acoso sexual y descarta dimitir
El jefe de la ONU para los refugiados escribe a sus 6.000 empleados
Ruud Lubbers, alto comisario de la ONU para los refugiados (ACNUR), está furioso. Acusado de acoso sexual por parte de una colega, hecho que él niega, ha remitido una carta a los 6.000 empleados de la agencia poniendo en duda la integridad de la oficina interna que investiga los hechos. Según Lubbers, nadie le avisó de que había sido presentada una queja de esta índole en su contra. Se enteró por la prensa.
Cuando reaccionó, le llegaron informes de que otras cuatro empleadas habían interpuesto demandas similares. "Una manera de proceder impropia que sólo crea confusión entre el personal de ACNUR", dice en su nota el antiguo primer ministro democristiano holandés.
Sin ocultar su ira, Lubbers asegura haberse despedido de la trabajadora en cuestión de una forma "amable que no pareció molestarle en absoluto". Si de todos modos se sintió ultrajada, le pide disculpas, "pero las cosas podrían haberse aclarado de una manera informal", añade. Según The New York Times, la demandante lleva dos décadas trabajando para la ONU y dijo haber recibido "un pellizco en las nalgas", al abandonar una reunión en el despacho de Lubbers. A la misma acudieron otros cuatro colegas varones. A pesar del delicado momento que atraviesa, el alto comisario subraya en la misiva que no piensa dimitir. "Es una pesadilla, pero que quede claro. Seguiré estando abierto a todos los trabajadores de esta casa", concluye.
Poco dado a mostrar sus emociones en público, ni siquiera en sus 12 años como jefe del Ejecutivo holandés, el tono personal de la carta de Lubbers ha sido apreciado por sus colegas más próximos. Para este grupo, Lubbers busca la proximidad de su interlocutor a base de preguntarle por su familia o su trabajo. O bien da palmadas en la espalda y coge un brazo un instante mientras habla. El resto de trabajadores de ACNUR prefiere callar hasta que se publiquen los resultados de las diligencias abiertas por Naciones Unidas.
El nombramiento en el año 2000 de Lubbers como jefe de ACNUR fue una sorpresa. Tras abandonar la política holandesa buscó acomodo en la secretaría general de la OTAN y en la Comisión Europea. Dos intentos fallidos, pero no dejó escapar la oportunidad de suceder a la japonesa Sadako Ogata al frente de ACNUR. Convertido a la causa desde su primera visita a un campo de refugiados, su mayor logro es haber vinculado la ayuda al desarrollo y la destinada a los desplazados. Con 6.000 empleados repartidos en 115 países, el ACNUR dispone de un presupuesto de mil millones de dólares.
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